Editorial

La realidad persistente de Chile discriminador

Según la Agencia de Calidad de la Educación, tomando de base los cuestionarios realizados por estudiantes durante el Simce de 2017, cuatro de diez escolares chilenos son discriminados en sus colegios, por motivos como el aspecto físico, rasgos de personalidad o formas de vestirse.

Por: Editorial Diario Concepción 29 de Marzo 2019
Fotografía: Referencial

No es una situación de reciente aparición, nuestro país ha tenido ese comportamiento desde el principio de su historia republicana, como posible herencia de su pasado realista, con clases sociales separadas por auténticos e insalvables abismos, con respaldo de leyes y creencias. Es posible que nuestra larga condición insular, el aislamiento relativo de Chile por razones geográficas de sus vecinos, haya determinado una mayor rigidez y autorreferencia, y bloqueado la posibilidad temprana de mayor interacción y diversidad social, de integrar diferentes culturas, etnias y razas, salvo contadas y circunscritas colonizaciones.

Chile ha sido, entonces, y en parte sigue siendo, altamente discriminador, es posible que haya aprendido más a disimular esta situación, que a corregirla, una realidad que tiene sus manifestaciones desde temprano. Según la Agencia de Calidad de la Educación, tomando de base los cuestionarios realizados por estudiantes durante el Simce de 2017, cuatro de diez escolares chilenos son discriminados en sus colegios.

En el desglose del estudio se indica que los más afectados por esta realidad son alumnos de 8° básico, con 45% de niñas y niños que se sintieron agredidos por motivos como el aspecto físico, rasgos de personalidad o formas de vestirse y el ritmo de aprendizaje. También, muestra este estudio que los niños de enseñanza básica sufren más discriminación que los de media, una situación que para los expertos parece indicar que los agentes causales de esos comportamientos se encuentran en las familias, indicando a los padres como eventuales grandes responsables de las conductas agresivas de los niños.

Según un representante de la Agencia que realizó el estudio, es una situación alarmante, porque la proporción de discriminación se mantiene estable en la vida escolar, señalando el vínculo de estas actitudes con lo que hacen las familias, ya que las creencias se traspasan a los estudiantes, un factor que influye directamente en todos sus aprendizajes, incluyendo su interacción con los demás, destacando que, por lo general, es el ejemplo lo que más influye en los niños más pequeños.

Es, sin embargo, lamentable que ese modo de tratar a los otros no produzca mayor preocupación, acostumbrados a observar como la sociedad chilena está llena de compartimentos, superficialmente comunicados, con barreras herméticas de factores económicos, culturales, lugar de residencia, tipo de colegio, color de pelo, o pronunciación, entre centenares de otros códigos para identificarnos inter pares.

Es seguramente en las escuelas donde esta situación puede cambiar, empezando por las escuelas mismas, ya separadas por barreras implícitas, pero concretas, es primordial trabajar la convivencia escolar y contar con reglas y criterios compartidos por toda la comunidad educativa, donde uno de los pilares debe ser la tolerancia y la no discriminación. Además, es clave el rol de los docentes y directivos como modelos de conductas a seguir. Un gran esfuerzo que puede resultar insuficiente si en el seno de las familias este comportamiento no es analizado como se debe, empezando por una educación de cada uno de nosotros para el cultivo de la tolerancia, es allí donde se forma una sociedad solidaria con identidad común que ofrezca parecidas oportunidades a cada chileno.

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