En ese debate queda expuesta la aspiración a una mayor autonomía responsable y las dudas sobre las competencias de los gobiernos regionales para hacer un uso adecuado de esta oportunidad de mejorar la simetría en el desarrollo territorial de Chile.
El tema nunca dejó de perder relevancia, es para empezar toda la diferencia entre lo que se requiere y las maniobras lampedusianas de dejar, en el fondo, las cosas tal y cual como estaban. En la descentralización ha llegado la hora de poner las cartas sobre la mesa.
Hay esencialmente dos aspectos de particular relevancia, las atribuciones y los recursos de los cuales se podrá disponer. Ambos tocan profundamente el paradigma de administración del Estado, modifican de modo trascendente el concepto de cómo se construye el país y somete a prueba ácida la vocación de descentralizar, pasando de la lírica a la prosa, por un lado, y la solides de las administraciones regionales, por otro.
Lo efectivo es que hace pocos días ingresaron a Contraloría, desde el Ejecutivo, decretos para concretar el traspaso de atribuciones. En definitiva, son 15 facultades que ahora tienen cuatro ministerios; Vivienda y Urbanismo, Transportes, Economía y Desarrollo Social y que se traspasarán a los gobernadores regionales.
Como era dable esperar, emergieron nuevamente los argumentos que han estado en el fondo del debate, desde el primer día, posturas que más bien reflejan conceptos ideológicos que opiniones basadas en evidencia, ya que no ha existido la posibilidad de desagregar las decisiones locales, de las centrales, como ha sido la tónica desde temprano en nuestro país.
En consecuencia, se han establecido las posturas correspondientes entre los parlamentarios y voceros de la oposición y el gobierno, para los primeros es un primer paso, aunque insuficiente, ya que debería sumarse tanto atribuciones como recursos y lineamientos para la coordinación de los gobernadores regionales con otras autoridades, mientras que una parlamentaria regional oficialista considera que “el rol de los gobernadores es perjudicial para las regiones. Está bien que sean pocas competencias, para hacer el menor daño”
Algunos describen como impresentable que no se descentralice ningún programa de Agricultura u OO.PP., en vista de la magnitud de fondos que operan en esas carteras, o que las transferencias de programas desde Corfo y Sercotec son de relativa poca importancia y no tendrían un financiamiento asociado. En conclusión, se considera que las facultades son muy escasas y no se deja suficientemente establecido el fortalecimiento de los gobiernos regionales y la articulación con los municipios, advirtiendo que no se debe pensar que la propuesta que se ha hecho llegar baste para elegir a los gobernadores.
Los parlamentarios de la bancada regionalista destacan este decreto como un primer paso, aunque bastante timorato en materia de traspaso de competencias, con la esperanza de que durante la presente administración se concrete un avance más sustantivo.
En ese debate intenso y significativo, queda expuesta la aspiración a una mayor autonomía responsable y las dudas sobre las competencias de los gobiernos regionales para hacer un uso adecuado de esta oportunidad de mejorar la simetría en el desarrollo territorial de Chile, se pondrá a prueba los convencimientos y la consecuencia de los políticos que han declarado como insostenible la extrema centralización de nuestro país y la fuerza y capacidad de gestión de los líderes regionalistas, tanto como su visión de futuro.