Editorial

Del Tren al Metro: los rieles de Binimelis para el Bío Bío

En septiembre, Diario Concepción comenzó a abrir el debate sobre si es o no necesario pensar en un Metro para el Gran Concepción. Recuperamos este editorial, con la historia de un penquista visionario que nos recuerda que no hay imposibles para quienes piensan en grande y luchan por hacer realidad proyectos que al principio parecen sueños.

Por: Editorial Diario Concepción 24 de Febrero 2019
Fotografía: Agencia UNO

A fines de la década de 1850, un grupo de penquistas comenzó a levantar la voz para formular una demanda que, al principio, a muchos les pareció insensata: ellos pedían un tren para Concepción. Los tildaron de locos, de inconscientes, les dijeron que había otras prioridades, que no era viable (no se acuñaba aún el concepto de viabilidad social, pero sin duda a eso apuntaban). En Santiago la noticia apenas fue considerada en algún breve en la prensa de la época.

Sin embargo, los que soñaban con la llegada del caballo de metal a la provincia penquista no se amedrentaron. Hacia 1862, uno de los líderes de esta causa, el ingeniero Pascual Binimelis (1819-1890), polemizó con parlamentarios y autoridades locales tratando de convencerlos de las ventajas del ferrocarril para nuestra ciudad y pueblos vecinos. En una edición de “El Correo del Sur” fue violentamente atacado por su “descabellada” idea de unir Talcahuano con Chillán a través del tren. “Hay otros muchos objetivos más indispensables que debieran llamar la atención con preferencia”, decían sus detractores.

Ese mismo año, por su cuenta y de su propio bolsillo, efectuó los estudios técnicos y presentó el proyecto de un ferrocarril que uniera Talcahuano con Chillán a través de un trazado directo por Puchacay y Florida. En julio de ese año, los pro ferrocarril se salieron con la suya, pues el gobierno dictó el decreto para la construcción del trazado.

Pero la alegría de Binimelis no fue completa, pues primó la opinión de los políticos de la zona y se ordenó que la línea diera un enorme desvío hacia San Rosendo, antes de doblar a Chillán. Pese a ello, le encargaron a él mismo dirigir las obras. También estudió y delineó el primer ferrocarril a Penco, que luego se proyectaría hasta Tomé y Coelemu.

A 200 años del nacimiento de este visionario, otros penquistas comienzan a dar batalla por una causa que consideran clave para el desarrollo del Gran Concepción, no sólo en lo económico, sino sobre todo en materia de calidad de vida de sus habitantes: la construcción de una línea de Metro subterráneo que permita alimentar hacia el centro y las universidades, a los ramales del Biotrén con comunas como Chiguayante-Hualqui, Talcahuano-Hualpén, Coronel-Lota y Penco-Lirquén. Una red que en definitiva mejore en forma sustancial y eficiente los tiempos de desplazamiento de cerca de un millón de personas, una cifra similar, por cierto, a la que a mediados de la década de 1970 justificó la construcción de la Línea 1 de Santiago.

Pero lo más importante para que este proyecto llegue a concretarse, es el convencimiento y la voluntad de las fuerzas vivas de la provincia. Poco importa si en medio de una visita de algunas horas, una autoridad de Santiago (urbe con una extensión de Metro de 142 kms) anuncia que no es posible ni viable para Concepción. Los gobiernos pasan, pero los grandes proyectos perduran si los propios ciudadanos los defienden como prioritarios. A este punto, la gran pregunta de los penquistas no debe ser si el Metro se construirá o no, sino cuándo se hará. Y la respuesta estará determinada por nuestra capacidad para hacer visible esa necesidad. Afortunadamente, hoy son muchos los penquistas como Binimelis luchando por la misma causa.

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