La droga más frecuente, al momento del examen, fue la marihuana, con un 50%, seguida de la cocaína, con 22,41%. Es evidente el aumento del riesgo en accidentes laborales y, particularmente, en sectores donde este riesgo es mayor.
Hay siempre un espacio, con intenciones más bien equívocas, en muchos medios, para proclamar que en determinados países o comunidades autónomas, se ha legitimado el uso de marihuana con efectos terapéuticos, como si fuera ese el destino último de las legislaciones, cuando es evidente que el uso mayoritario de drogas es de otra naturaleza, como es evidente al leer la prensa de EE.UU. anunciando el comienzo de la comercialización de marihuana, al inicio del pasado año, describiéndolo como un hito en el uso de la hierba con fines recreativos con cientos de personas esperando la apertura de los locales el primer día de venta.
La argumentación para dar este paso es similar a la que se ha utilizado en nuestro país, con las obvias diferencias socioeconómico culturales, la posibilidad de terminar con el mercado negro de la droga y con la criminalidad y violencia asociadas al tráfico, y los rendimientos tributarios de su amplia comercialización, al cual se ha agregado, en la realidad nacional, un llamado progresista, de amplitud de criterio, de modernidad y alusiones al derecho de la persona a consumir marihuana como parte de sus libertades ciudadanas.
A un año de la medida, el estado de California observa una variedad de efectos no esperados, el más grave, además del casi obvio aumento de consumidores, un incremento del número de casos de delitos graves vinculados al tráfico llevados hasta la justicia y el aumento en las operaciones de incautación de cannabis ilegal, lo que da cuenta también de la persistencia de un fuerte mercado negro, cuya magnitud y proyección es difícil de establecer.
Como en otras situaciones de parecida naturaleza, la libre disponibilidad de la marihuana ha resultado en aumento del consumo en jóvenes y peor aún en escolares, que en Chile afecta a uno de cada tres estudiantes de entre 13 y 17 años que han fumado cannabis en el último año. Además, ha surgido otra variable cuyo impacto no ha terminado de definirse; el aumento del consumo de drogas en los trabajadores chilenos, de 14,9 a 20,45 en los últimos dos años.
El estudio pertenece a Global Partners, el cual señala que las actividades económicas con alto riesgo operativo tienen mayores tasas de uso de drogas. En efecto, la sexta versión del estudio “¿Su empresa da positivo?”, se revela un alza del acceso a narcóticos, siendo la marihuana lo más recurrente en los trabajadores, que fluctúa entre un 50% y 80% de entre quienes dieron positivo al testeo realizado por la consultora. Es decir, esta sustancia ilícita estuvo presente en al menos cinco de cada diez empleados que dieron positivo a la presencia de drogas en el trabajo.
Respecto a la droga presente al momento del examen, la más frecuente es la marihuana, con un 50%, seguida de la cocaína, con 22,41%. Es evidente el aumento del riesgo en accidentes laborales y, particularmente, inquietante el hecho que sea Transporte uno de los sectores donde el consumo de drogas es más elevado.
Larvadamente, con propósitos comerciales disfrazados de filantrópicos, se propone la marihuana de uso medicinal, una cabecera de playa para el uso liberado de drogas, como si este fuera un avance en madures social, es de esperar que los legisladores sean capaces de estimar los riesgos de abrir esta puerta.