Las demandas del adulto mayor al mundo del trabajo

24 de Noviembre 2018 | Publicado por: Editorial Diario Concepción
Fotografía: Archivo | Diario Concepción

No importa que haya que repetirlo, nuestro país envejece, pero, además, parece envejecer desaprensivamente, la legislación camina lentamente y hay predominio de discursos ante una realidad que, parafraseando a nuestra inmortal Gabriela, no puede esperar, como la infancia desatendida o maltratada, la población que envejece ve aproximarse su futuro con tintas cada vez más oscuras.

Ha dejado de ser el problema abstracto de algunos, para ser una circunstancia a vivir por la gran mayoría de los chilenos, en un colectivo que no cesa de aumentar en número. La cantidad de adultos mayores en Chile subió un 72% en los últimos 25 años, con una alarmante contraparte; según el Censo 2017, el porcentaje de menores de 14 años disminuyó en casi 10% desde 1992. Las cifras de la encuesta revelaron, además, que el país tiene un porcentaje ligeramente mayor de mujeres que de hombres, siendo para estas últimas, por lo general, la ancianidad aún más preocupante por factores vastamente conocidos.

Desde el punto de vista laboral, según esta misma base de datos, de una población de 100 chilenos, 69 personas estarían en edad de trabajar, 20 serían menores de 14 años y 11 serían adultos mayores. Estos últimos, los mayores de 65 años, han ido aumentando con los años, una tendencia que se había previsto en el país y confirmada con los datos del Censo 2017. Hay algunas diferencias regionales, que no modifican el cuadro general, como ocurre en los casos de la región de La Araucanía, con más adultos mayores y Atacama, que muestra el mayor porcentaje de habitantes menores de 14 años de edad.

El hecho concreto es que ha cambiado, preocupantemente, la proporción entre personas trabajando y dependientes, en 1992, cerca del 25% estaba en esta última situación, casi un cuarto de la población dependía de los otros tres. Actualmente, por cada 100 personas económicamente activas, hay 46 dependientes, es decir, aumento de un cuarto a casi la mitad de personas que son dependientes de quienes están trabajando.

Ante el notable aumento de esperanza de vida y, más aún, del mejoramiento de la calidad de la vida que hace posible que muchas personas sigan activas y con sus competencias íntegras por más tiempo, se ha abierto la necesidad de seguir en el área productiva, tanto por salud física y mental, como también por necesidad ante un sistemas de pensiones insatisfactorio.

Algunos países desarrollados han tomado las medidas que corresponde, como Nueva Zelandia, en vista de los gastos que implicaría el envejecimiento de su población y el impacto sobre su crecimiento económico, tomó decisiones para que sus trabajadores sobre los 64 años que quieran mantenerse en la fuerza laboral puedan hacerlo con las adecuaciones razonables, como puede ser el posicionamiento en cargos de con responsabilidades menores u otros puestos que les permita desempeñarse en un régimen más flexible.

Ante el desafío nacional de generación de empleos nuevos y dignos, este sector de la población, en sostenido creciente no puede ser dejado de lado, una mirada responsable a las cifras basta para darse cuente que sería de graves consecuencias postergar una realidad creciente en magnitud, y seguir actuando como si fuera un problema para después, cuando en realidad demanda específicas y prontas políticas de Estado.