Hay acontecimientos tan críticos y de tal impacto que la reacción natural es negarles posibilidades, racionalizar la amenaza, de modo tal que la realidad evidente se hace relativa, como ocurre con la anunciada extinción de la prensa escrita, con algunos grados de optimismo debido a la larga sobrevivencia de los libros, a pesar de su mal pronóstico, ante la aparición de otros soportes para la literatura.
Sin embargo, son dos circunstancias enteramente diferentes, porque son disímiles los consumidores, así, la desaparición de los periódicos de papel es una de las cuestiones que suelen aparecer en la mayoría de los encuentros periodísticos y sobre ella se viene escribiendo desde hace muchos años, con ejemplos cada vez más cercanos de su ocurrencia.
En nuestro país hay casos emblemáticos de cómo termina un proyecto de esta naturaleza, no importa los esfuerzos que se hicieron para evitarlo. En junio de 2006 “Diario Siete” anunció su cierre definitivo, la decisión, calificada como “dolorosa” por el presidente del directorio fue adoptada debido a que el periódico se hizo económicamente inviable, por insalvables problemas financieros, que se agregaron a la incerteza de accionistas, que estudiaban nuevos aportes, pero que teniendo a la vista el escenario de la publicación, postergaron sus decisiones, o señalado que no continuarían con la iniciativa, a pesar de reconocer su alta calidad periodística y el valioso aporte al mayor pluralismo de la prensa nacional.
Ross Dawson, reconocido mundialmente como un líder de negocios futuristas y asesor de estrategia, es el presidente fundador del grupo de compañías Advanced Human Technologies. Su libro más vendido “Living Networks”, es famoso por haber anticipado el auge de las redes sociales. En su estudio más reciente, estima que el año 2040 es la fecha de la extinción de la prensa tradicional, agregando una infografía sobre los países donde irá desapareciendo paulatinamente la prensa.
Sobre las causas que explican este fenómeno señala: el aumento del consumo de teléfonos inteligentes, aumento de costos de producción e impresión de los periódicos, traslado de la inversión publicitaria a otros medios, especialmente internet y el desarrollo de diarios digitales, entre otros.
Ante un escenario tan oscuro para la prensa escrita, es válido plantear la razón de perseverar en la publicación de diarios. Una de ellas podría ser la ceguera o la incapacidad de hacerse cargo de una realidad evidente, la clásica resistencia al cambio, pero también puede ser el juicio del valor de la información escrita convencional y la verdadera oportunidad de su eventual y conveniente reemplazo, considerando las características culturales de la sociedad.
Una sociedad culta puede informarse profundamente en cualquier medio, pero no del mismo modo otra que se limita a leer un par de titulares, más algunas líneas resumidas y complementarias, o consumir información digital, sin la tarea adicional e indispensable de asegurar su validez. La prensa escrita es una oportunidad de conocer a cabalidad y una referencia que permanece para ser verificada, por tanto, sus contenidos tienen la garantía de la mayor certeza posible, un insumo indispensable para tomar decisiones fundamentales a pleno conocimiento, o se corre el riesgo de tomarlas en base a información incompleta o peor todavía, perfectamente falsa.