En nuestra ciudad la primavera llega con prisa, en clima confuso de agosto, de pronto sale el sol y en días quedamos invadidos de la estación de las flores, las plazas recobran su principal argumento, ser un lugar para estar, rodeado de árboles y prados, se redescubre que sin ellas los espacios públicos no tendrían suficiente justificación, que hacen falta y que es por eso que están allí desde el principio.
Sin embargo, los espacios de las áreas verdes están en permanente estado de asedio, el espacio que ocupan sube de valor y, con él, la codicia, cambiar árboles por edificios altamente rentables es de fórmula simple para quienes ponen el dinero por sobre toda otra consideración.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los árboles pueden proporcionar beneficios económicos, sociales y ambientales a una ciudad, se calcula, tomando todo en consideración, que estos beneficios valen dos o tres veces más que la inversión en plantación y cuidado.
La rápida expansión de las ciudades y la creciente necesidad de terrenos para construir conjuntos habitacionales a llevado en no pocos casos a intervenir invasivamente sectores forestales, sin realmente considerar las pérdidas que se establecen al sacar los árboles. Los efectos ambientales de la urbanización a menudo son intensificados por el cambio climático e incluyen el aumento de la contaminación del aire.
Muy apropiadamente, la Municipalidad de Concepción ha renovado su iniciativa de hermosear la ciudad, con la plantación de árboles y arbustos en plazas y plazoletas, como también en las principales calles de la ciudad, con la jornada “Bienvenida Primavera”, que consiste en entregar miles de plantas y arbustos a diversas organizaciones sociales con esos fines.
China quiere construir una ciudad-bosque con 40.000 árboles. Se espera que albergue a 1 millón de plantas y 40.000 árboles, capaces de absorber 10.000 toneladas de CO2 anualmente. Se ha establecido que un árbol maduro puede absorber hasta 150 kg de CO2 al año. Especialmente, en ciudades con altos niveles de contaminación, los árboles pueden mejorar la calidad del aire y hacer de las ciudades lugares más saludables para vivir.
Hay otros beneficios innegables, la ubicación correcta de los árboles alrededor de los edificios puede reducir la necesidad de aire acondicionado y hacer que disminuyan las facturas de calefacción en invierno, por otra parte, la planificación de paisajes urbanos con árboles puede aumentar el valor de una propiedad en un 20 por ciento y en el conjunto paisajístico urbano, atraer turismo y negocios.
No son estos los únicos factores favorables, al forestar las ciudades, debe tomarse en cuenta, a la hora del diseño de planes inmobiliarios, que hay efectos de calidad de vida un tanto más imperceptibles, pero de enorme valor, como efectos positivos en salud física y mental, la provisión de sombra y regulación del microclima urbano, la mitigación del ruido generado por el parque vehicular, que no siempre son puestos en la balanza a la hora de tomar decisiones. El verde de Concepción, que se espera llegue este año a un promedio de a 5,5 metros cuadrados por habitante, en circunstancias que hace tres años era de 2,9, nos acerca al ideal mundial, que se ubica entre los 9 y 15 metros cuadrados, es una característica que no ha terminado de valorarse como debiera.