El sexo debe dejar de ser una mala palabra, asumir la vida sexual es una de las necesidades más plenas en la sociedad chilena, especialmente en la generación adulta, que ha vivido bajo una tutela moralista e hipócrita que impide poner los temas relacionados con esta conducta humana en términos naturales. Además de ser una manifestación de nuestra humanidad y un componente de inequívoca trascendencia para la felicidad y plenitud, representa riesgos sanitarios de diversa naturaleza, si no se tiene en consideración los numerosos factores involucrados en su expresión.
Una de las principales manifestaciones de que la vida sexual no se está desarrollando con el debido cuidado, es la aparición de enfermedades de transmisión por esa vía. En nuestro país, según el informe “Situación epidemiológica de las infecciones de transmisión sexual en Chile”, del Ministerio de Salud, este tipo de enfermedades no cesa de aumentar, en un año, a título de ejemplo, la sífilis, que subió de 3.372 a 5.961 casos, especialmente en la tasa de hombres que supera a la de las mujeres, con el grupo de edad de 15 a 39 años como el más afectado.
Según la Sociedad Chilena de Sexología, este aumento se podría explicar por dos razones: bajo uso de preservativo y falta de educación sexual, se argumenta que en los países desarrollados de Europa y EE.UU., prácticamente el 100% de los jóvenes tiene relaciones sexuales con preservativo, en contraste con la situación en nuestro país. En un estudio nacional del año 2015 el 13,4% de la población reconocía usar condón, cifra que ha caído a 10,1% en 2017.
Por otra parte, según la Asociación de Protección de la Familia, en nuestro país no se respeta el derecho humano básico de tener acceso a la información en salud y sexualidad, declaran que es en la enseñanza media cuando los alumnos deben recibir información, pero no hay lineamientos claros, tampoco supervisión y menos recursos para hacerlo, añaden que esta se debe empezar a entregar en los primeros años de escolaridad, ya que de lo contrario se llega tarde, “hablar de educación en sexualidad, afectividad y género no es solo genitalidad, es también hablar de sexo, y es ahí donde aparecen los cálculos políticos y de otra índole y no llegamos a armar una política pública seria y responsable”.
En nuestra región, entre 2013 y 2017, hubo un aumento de notificaciones de 37% de VIH, alza que se repite en otras infecciones como sífilis y gonorrea, esta última especialmente entre las edades 15 a 19 años. En el primer semestre del presente año, a pesar de campañas las notificaciones siguen en aumento, en los primeros seis meses de este año se ha informado de 203 casos de VIH, un 6% más que el semestre correspondiente del año pasado, más aún la sífilis con 10.56% de aumento.
Se espera que el Estado se haga cargo, que se aumentan las campañas de educación sexual, que se implementen los programas adecuados y oportunos en el sistema educacional del país, que se evalúe el impacto de estas iniciativas que como se han desarrollado no parecen haber sido suficientes. Sin embargo, se omite la indispensable educación en las propias familias, en muchas de las cuales este aspecto de la vida suele ser inconfortable como tema a ser discutido abiertamente y sin falsos rubores. Mientras el sexo siga siendo considerado tema no apto para menores esta situación no tiene modo de resolverse.