Una nueva mirada a la ciudad extramuros
06 de Julio 2018 | Publicado por: Editorial Diario Concepción
Un muy reconocido y galardonado arquitecto nacional, Gonzalo Mardones, ha descrito con particular elocuencia, la tendencia de la construcción social como la vulgarización de las áreas suburbanas, la cual procede a describir, crudamente, como propia de una ciudad sin arquitectura, que crea una sociedad sin valores, sin orientación. Una sociedad que entra en peligro y que bordea los límites de lo permisible, en su descripción señala a esta situación como “la principal razón de nuestra nueva y galopante delincuencia urbana. Una periferia plagada de “casitas” solo crea suburbios insostenibles, carentes de identidad y faltos de humanidad”.
Agrega a este cuadro la construcción vecina de edificios gigantescos y anónimos, un centro densificado sin contemplaciones con el patrimonio cultural de las ciudades o el bienestar y dignidad de los residentes, de esa manera, en los últimos cincuenta años, las periferias de las ciudades chilenas, al igual que en la mayoría de las ciudades del mundo, han sido desarrolladas sin la participación de buena arquitectura, o sin consideración a la escala humana.
Investigadoras de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia, en un proyecto denominado “Por una vivienda digna en sectores de bajos ingresos”, se plantearon la necesidad de analizar la forma de concebir y utilizar el espacio y los patrones urbanísticos y arquitectónicos que subyacían en la construcción de viviendas para sectores de escasos recursos.
La primera observación, común en este tipo de construcciones, era la máxima explotación del suelo urbano, en términos de cantidad de viviendas, con beneficio para los propietarios del suelo, con una fuerte reducción del espacio privado, los constructores optaron por desarrollar la vivienda en agrupación- conjuntos residenciales-, logrando unas densidades muy altas y significativamente superiores a lo permitido en el desarrollo por loteo individual.
Con el paso del tiempo las investigadoras encontraron que las viviendas eran transformadas por los usuarios, en un proceso acelerado, aparentemente, por el alto grado de insatisfacción con ese tipo de programas de construcción. En esas modificaciones había un alto componente de autoconstrucción sin asesoría técnica, lo que terminaba afectando las condiciones de habitabilidad y de seguridad.
Nuestro país tiene las condiciones para ingresar a las comunidades de los países desarrollados, es un camino arduo, pero pasa por respetar la dignidad de las personas y la igualdad de oportunidades en todos los ámbitos, el lugar donde se vive es uno de ellos, no es un buen indicador que las periferias de nuestras ciudades sean lugares que duela mirar.
El arquitecto aludido, plantea una solución posible; devolver a la buena arquitectura esa responsabilidad, mediante la asociatividad del Ministerio de la Vivienda y Urbanismo con el Colegio de Arquitectos, para concursar todas las obras del Estado y licitar las obras de construcción, una forma de proceder que ha sido empleada en los países que alcanzaron el desarrollo. La calidad de la vida urbana es un requisito para la paz ciudadana y el desarrollo armónico de las comunidades, nuestros profesionales tienen las competencias para satisfacer esta básica e impostergable necesidad, es parte del transversal reclamo de las comunas por la modificación de planes reguladores.