Preocupante situación de las patologías mentales no tratadas

28 de Junio 2018 | Publicado por: Editorial Diario Concepción
Fotografía: La Tercera

Para los profesionales de la salud es un hecho conocido que ante el diagnóstico de una enfermedad gravísima, la primera reacción de los pacientes en una fase de negación, huida o alejamiento, pero en salud pública, donde el paciente es reemplazado por la comunidad, tal forma de respuesta es inadmisible, que la comunidad entera rechace la realidad de la situación y menos aceptable todavía, que las comunidades sanitarias, o las autoridades en la materia, gobiernos incluidos, decidan ignorar o postergar una circunstancia evidente y en crecimiento.

Es precisamente el caso de las enfermedades mentales. Las actuales estimaciones permiten establecer que más de la mitad de los chilenos con patologías mentales no está recibiendo tratamiento, según los datos del Ministerio de Salud, existe una brecha de salud mental en Chile del orden del 60%. La última Encuesta Nacional de Salud 2016- 2017, revela que sólo 19 de cada 100 chilenos diagnosticados con depresión declaran recibir tratamiento.

Estas cifras pudieran parecer preocupantes, dignas de ser contempladas en nuevos estudios para establecer políticas sanitarias en este ámbito, pero si se examinan en contexto, desaparece la posibilidad de mantener una actitud contemplativa, ya que las patologías mentales son la principal causa de suicidio, cuya ocurrencia en nuestro país es excepcionalmente alta y en significativo aumento en los últimos años.

Como explicación a la brecha indicada, se han descrito el déficit de camas en la red de salud pública para la hospitalización psiquiátrica, un informe publicado en 2014 por el Minsal establece que un usuario de la red pública debe esperar un promedio de 43,7 días para recibir atención de un psiquiatra, mientras que en la red privada es de 14,4 días, además, se alude al bajo presupuesto público y la poca cobertura de las Isapres como posibles causas de la falta de acceso.

El psiquiatra y académico de la Universidad de Chile, Paul Vöhringer autor de un estudio llamado “Financiamiento de la salud mental en Chile: una deuda pendiente”, publicado en 2015, hace una declaración durísima en un medio de circulación nacional, “Los hospitales están operando con un presupuesto miserable”.

La investigación internacional establece que entre las causa asociadas al suicidio, entre otras, hay cuatro patologías mentales, depresión en personas de 15 años o más, trastorno bipolar, consumo de alcohol y drogas, y esquizofrenia, cuya cobertura, por los antecedentes conocidos es claramente insuficiente. Los datos disponibles no se prestan para dobles lecturas; en el mundo hay un aumento de los suicidios en la población joven, en nuestro país, la cantidad de jóvenes que se quitan la vida alcanzan un 10,3% -en base a 100 mil personas-, cuando el promedio de los países Ocde y la Unión Europea es cercano al 6%.

Los signos de la alteraciones de salud mental no siempre alcanzan tal grado de intensidad, pero muchos están alterando severamente la convivencia de las personas en sus familias en sus ámbitos académicos o laborales, además de expresarse de mil maneras en el comportamiento colectivo de las sociedades, un aspecto que subyace en el clima de relaciones interpersonales en las más diferentes circunstancias. Es evidente que falta una declaración autorizada y explícita de quienes están a cargo del cuidado de la salud de todos los chilenos.