La preocupante pérdida de respeto a la autoridad

27 de Junio 2018 | Publicado por: Editorial Diario Concepción
Fotografía: La Tercera

La relación de este incidente, similar a incontables otros de parecida naturaleza, está a cargo del alcalde de Santiago; “habíamos practicado cuatro desalojos y hoy venía el quinto”, como la medidas para enfrentar la toma del Liceo Amunátegui en la capital, las múltiples órdenes de desalojo no impidieron que un grupo cercano a las 40 personas volviera a ocupar el establecimiento de calle Agustinas, acto que resulta en un incendio que se inició al interior de la sala de laboratorio y que causó graves daños.

Increíblemente, fueron repelidos al inicio, tanto carabineros como bomberos, así, el incendio alcanza una magnitud tal que el colegio ha tenido que suspender sus actividades y el alumnado espera ser reubicado en otros establecimientos, el significado para la calidad de la educación de los jóvenes afectados, no parece ser de suficiente importancia como para pensar que las tomas deberían ser prohibidas.

En el aeropuerto de Santiago, el conductor de un automóvil, ante la solicitud de un carabinero opta por desobedecer y empujarlo con su vehículo, atropellándolo en un intento de huir del lugar, acción que continúa a pesar que el uniformado le conmina a detenerse amenazándolo con su arma de servicio, el incidente termina con disparos sobre quien se resiste a la detención.

No termina de entenderse que los estados de derecho existen para proteger a los más débiles, que la fuerza pública está allí para la seguridad de todos, siendo la única fuerza con potestad para portar armas en la calle en tiempos de paz, Carabineros representa ese frágil equilibrio que permite vivir en sociedad libres de violencia y protectoras de los derechos de todos. Así, cuando alguien ataca a un carabinero, esa persona está atacando el contrato social y está atentando contra la estabilidad de la democracia y contra la estructura que protege los derechos de todas las personas.

El rector de la Universidad de Concepción, de cuerpo presente, sin protección alguna, salvo su voluntad de entendimiento, pide dialogar con las estudiantes universitarias que por semanas han estado ocupando facultades y paralizando las labores académicas, sin saberse a ciencia cierta cuáles son específicamente sus demandas, le enfrentan en medio de gritos ensordecedores, con insultos y tumulto, de tal manera que no hubo posibilidad de conversar.

El movimiento feminista, cuyas motivaciones y demandas no pueden ser más legítimas, parece estar siendo desbordado por grupos cuyo propósito es conseguir sus metas, no importa cuán complejas o factibles voluntariosamente y sin condiciones, incluso dejando de oír.

Todas estas circunstancias indican una profunda y negativa realidad común, la emergencia de colectivos que pretenden desdibujar el principio de autoridad y de respeto a quienes la representan, no por voluntad propia, sino como herramientas libremente elegidas por una sociedad democrática, el cual sería reemplazado por la capacidad de amedrentar, o de bloquear la libertad de los demás.

Se ha venido construyendo un marco de tolerancia malsana, que ata las manos de la justicia ante el temor de lo políticamente incorrecto, que impide hacer lo el sentido común indica, se supone que no se quema colegios, ni se atropella a carabineros o se insulta a rectores, pero ante la actitud predominante esos supuestos parecen ser falsos, estamos ante un punto de inflexión en el respeto a una sociedad libre.