El desarrollo tecnológico, como una significativa diferencia con otros avances, tiene la característica su compleja y continua evolución, ya que innovar es parte de su naturaleza y ocurre a veces sin intencionalidad humana directa, esa condición de ininterrumpido desarrollo, por su transversalidad, provoca transformaciones en diferentes contextos sociales, en la vida cotidiana, en el mundo del trabajo, pero principalmente en el ámbito educacional, evidenciando la necesidad de modificar algunas facetas de la vida, concretamente, el modo de educar y de aprender.
En razón de lo anterior, no es de extrañar que la UNESCO haya decidido celebrar el día de la alfabetización digital, el 8 de septiembre de cada año, lo que en términos concretos quiere decir que hay un llamado a poner más atención sobre esta materia y que hay por delante mucho trabajo que realizar, que se requiere particular cuidado frente a un factor determinante para el futuro inmediato; una nueva alfabetización que consiste en la capacidad para localizar, organizar, entender, evaluar y analizar información utilizando tecnología digital.
Es tan evidente, que parece no ser necesario expresar que la llegada de internet ha afectado a todas las áreas de nuestra vida, desde la adaptación laboral a la utilización de nuevas tecnologías en la rutina cotidiana. También lo ha sido para las empresas, que se han visto envueltas en una formación digital continua que parece inacabable. Lo que resulta irrebatible es que tenemos que reaccionar eficientemente frente a esta nueva realidad en pleno desarrollo, una herramienta cuyo poder no termina de definirse.
A diferencia de lo que ocurre con la alfabetización tradicional, leer y escribir, la alfabetización digital tiene dos grandes tipos de destinatarios; por una parte los niños, que la reciben como parte sus primera tareas escolares de alfabetización, propias de su edad y su tiempo; y por otra , los adultos que, aunque “alfabetizados”, en el sentido tradicional, han de adquirir nuevos conocimientos y destrezas relacionados con las nuevas formas de crear, gestionar, transmitir, presentar y comprender la información, poniendo en evidencia la nueva urgencia del aprendizaje continuo.
La digitalización de la sociedad es un hecho innegable, su primer impacto ha sido abrir la puerta a acciones virtuales, puede ser educación en línea, operaciones bancarias, compras y comunicaciones, entre otras infinitas posibilidades.
Tener competencias en el uso de esta herramienta resulta indispensable, sin embargo, al observar la realidad en Chile es posible detectar evidentes rezagos, la Fundación País Digital realizó el año pasado un estudio sobre el uso de internet en nuestro país, mostrando diferencias significativas sobre el particular, en las dimensiones geográficas, etarias y educacionales. A nivel urbano, el número de usuarios de internet llega al 70% y en zonas rurales sólo al 42,4%. La brecha aumenta en relación a grupos etarios; en personas de entre 30-34 años llega al 85%, entre quienes tienen 65-69 años llega sólo al 27%.
No se trata de una capación optativa, sino profundamente relevante para las demandas del mundo de hoy y para el futuro inmediato, se pierde un tiempo precioso al no implementar esta forma educación desde temprano y durante toda la vida, ser analfabeto digital puede resultar, a corto plazo, significativbamente invalidante.