Por largo tiempo la población de Chile había dejado de crecer, la notable baja de los índices de natalidad llegaron a un punto que los recién nacidos no llegaban a conformar adecuadas cifras de reemplazo, la disminución del número de niños repercutió en el tamaño de las cohortes de escolares, que determinaron el cierre de colegios, o la disminución de salas de clases ante el aumento de espacios ociosos. En esos 15 años el sistema escolar, en su globalidad, mostró una disminución de 15.831 alumnos, lo que para varios expertos respondería, principalmente, a la baja en la tasa de natalidad.
En contraste con esta realidad, la llegada de numerosos inmigrantes en los últimos años empieza a dar señales de cambio, de esa manera, el incremento de escolares extranjeros que se cuadruplicaron en cuatro años empieza a poblar las aulas, el 57% de ellos acude a colegios municipales. En 2015 había 30.625 alumnos migrantes en el sistema escolar, cifra que ha aumentado de manera exponencial hasta 2018, llegando a 113.585 estudiantes, una situación de fácil explicación, ya que gran parte de los migrantes que llegan al país lo hacen con niños y niñas en edad escolar.
Para el Ministerio de Educación esta nueva realidad significa “un desafío enorme, que es generar los espacios suficientes para que esos niños tengan siempre acceso a la educación pública o particular subvencionada”. Se señala que casi el 60% de los niños viene a la educación pública y es necesario no solo garantizar la existencia de una adecuada infraestructura, sino, al mismo tiempo, no bajar la calidad ni el nivel de la enseñanza, para que todos y cada uno d estos niños puedan incorporarse exitosamente a la sociedad chilena.
Como parte de las necesarias adaptaciones a este universo estudiantil diferente, se alude a cincuenta puntos establecidos en la Política Nacional de Estudiantes Extranjeros, dentro de las principales medidas, la iniciativa se hace cargo de entregar un RUT a los estudiantes y para “el segundo semestre poder lanzar un curso que permita a los docentes generar un aprendizaje en aulas interculturales”, señaló la encargada de la mesa de coordinación migrante, junto con señalar que entre los beneficios que tienen los estudiantes extranjeros está el acceso al sistema educativo, textos y útiles escolares, alimentación de la Junaeb y Tarjeta Nacional Estudiantil, entre otros.
Según las cifras reportadas por los colegios al año 2017, el 76% de ellos provienen de países de América del Sur, por tanto, no hay significativas barreras idiomáticas, pero puede haber eventualmente grandes diferencias culturales, con otros valores u otra jerarquía de valores, con otro perfil cultural que requiera de acercamiento a los modelos actuales de los niños chilenos, que no pocas veces podrían encontrar en sus nuevos compañeros de otros países, positivas actitudes y comportamientos dignos de imitar.
Conocidas las conductas usuales de los niños en los colegios, por la posible existencia de actitudes discriminadoras o agresivas, resulta particularmente importante que la comunidad escolar desarrolle acciones que en conjunto permitan establecer relaciones constructivas en el alumnado, es posible que se requiera de asesoría para diseñar programas para facilitar la recepción de los alumnos extranjeros por sus compañeros, de tal modo que esta nueva circunstancia pueda ser una valiosa oportunidad de aprendizaje social.