Hace pocos días, el Intendente de nuestra región y el presidente del Centro Árabe de nuestra ciudad, cursaron una invitación para inaugurar la Escultura conmemorativa de los 100 años de la Colectividad Árabe en la Región, un acto sencillo y solemne, de muy hondo significado para los asistentes, sobre todo, para quienes recordaron la dura colonización de esta tierra en la cual generaciones de palestinos han forjado su destino, hasta hacerse parte de las comunidades en las cuales decidieron vivir.
La historia de esta comunidad en Chile es de larga data, la mayoría de los palestinos llegaron a principios del siglo XX, escapando del Califato Otomano, ya que muchos de ellos profesaba la religión cristiana y, por otra parte, por un espíritu emprendedor y aventurero. Tenían, por tanto, pasaporte turco, de ahí que la denominación permanezca en el tiempo. Se calcula que el total de árabes que llegó a asentarse al país fluctuó entre 8 mil y 10 mil personas, de los cuales alrededor de un 50 por ciento era de origen palestino, un 30 por ciento sirio y el 20 por ciento restante libanés.
Debe haber sido difícil, sus historias trasmitidas por sucesivas generaciones de las familias, dan testimonio de las barreras que tuvieron que sortear, como el desconocimiento absoluto del idioma y lograr la inclusión en la sociedad chilena, compleja, ante la discriminación y rechazo de una parte de ella, por prejuicios socioculturales, económicos y raciales. Añadido a tiempos de escasez, a consecuencia de la primera guerra mundial y sus repercusiones en nuestro país. Sin embargo, lo lograron en relativo corto tiempo, dadas sus competencias en socialización y la seriedad para cumplir con sus compromisos, localizándose a lo largo del país y aportando con su cultura y trabajo al desarrollo de Chile.
La inmigración árabe, especialmente palestina, sigue siendo importante, aparte de la llegada de ellos por sus propios medios de Chile, en abril del año 2008 llegaron a suelo chileno 117 refugiados palestinos, rápidamente acogidos por sus coterráneos. Luego de una inmigración constante, con el paso de los años, la colectividad palestina en Chile ha llegado a ser la más grande del mundo fuera del Medio Oriente, con alrededor de 500 mil miembros.
Con estas características, la colectividad árabe ejerce una fuerte influencia en una diversidad en ámbitos del quehacer nacional, por su innegable capacidad de superación y su ancestral cultura, ocupando una posición relevante en los más diversos campos, con una contribución que demuestra como un país se puede enriquecer con la inmigración de gente de bien, dispuesta a colaborar en la construcción de la Patria adoptada y dejar allí una impronta en la las artes, las comunicaciones, la cultura, la ciencia, la economía y el deporte.
Nuestra región no sería la misma sin la presencia de la colonia árabe, principalmente, por su relevancia en las actividades comerciales, con galerías que caracterizan el centro de la ciudad o por su relevancia en actividades culturales y deportivas.
El Centro Árabe de Concepción, además, de sus actividades societarias, mantiene una actividad solidaria con la patria lejana, y contribuye con recursos y becas, a solventar gastos en educación y salud de niños y jóvenes en Palestina. La escultura inaugurada es un testimonio a la voluntad de superar obstáculos y al aporte a la construcción de una mejor sociedad.