La iglesia chilena en tiempos de zozobra
18 de Mayo 2018 | Publicado por: Editorial Diario Concepción
El mensaje que proviene del Vaticano no puede ser más explícito y al mismo tiempo más en contraste con la voz oficial de las autoridades eclesiásticas chilenas, sin la fuerza suficiente, hasta hacer necesario un enviado especial desde la Santa Sede “El Santo Padre, interpelado por las circunstancias y los desafíos extraordinarios que plantean los abusos de poder, sexuales y de conciencia, ocurridos en Chile a lo largo de las últimas décadas, considera necesario examinar en profundidad sus causas y consecuencias, así como los mecanismos que han llevado en algunos casos a su encubrimiento y a las graves omisiones hacia las víctimas”.
Ese comunicado fue acompañado de una convocatoria a 31 obispos auxiliares y dos eméritos de la Conferencia Episcopal a una reunión con el Papa Francisco en Roma, para completar un proceso de información que tiene como fuentes el informe de la misión especial que realizó el arzobispo de Malta, Charles Scicluna, y el reverendo Jordi Bertomeau, de la Congregación de la Doctrina de la Fe, “completadas, además, con numerosos testimonios orales y escritos que Su Santidad ha continuado recibiendo en las últimas semanas”.
Hay mucha fe y una gran esperanza en la comunidad católica chilena en los resultados de este largo proceso sinodal para “discernir juntos, en la presencia de Dios, la responsabilidad de todos y cada uno en esas heridas devastadoras, así como el estudio de los cambios adecuados y duraderos que impidan la repetición de actos siempre reprobables”. La denominación de ese encuentro es elocuente, ya que sínodo tiene las raíces griegas de “juntos” y “camino”. Las autoridades de la iglesia deben volver a caminar junto al pueblo creyente, que se ha sentido dolido ante esta pérdida de fe en la integridad de algunos de sus más altos conductores.
Con las consideraciones debidas, esta triste situación, que afecta a personas religiosas que han vivido defendiendo una loable escala de valores, inspirada en su credo, es comparable a las otras circunstancias donde las autoridades han faltado a su deber más elemental ser guías y referentes y que han obligado a profundos cambios en la estructura de los mandos y en los procesos que estos conducen, como ha ocurrido en ciertos sectores del empresariado, o altos mandos de Carabineros, entre otros, que han resultado en una desilusionada pérdida de confianza.
Se ha expresado que resulta fundamental restaurar la confianza en la Iglesia “mediante pastores buenos que testimonien con su vida el haber conocido la voz del Buen Pastor: que sepan acompañar el sufrimiento de las víctimas y trabajar de manera decidida e incansable en la prevención de los abusos”.
En esta etapa dolorosa para la comunidad católica se espera que haya las debidas consecuencias para los responsables, que no permanezcan a la cabeza de los fieles los malos pastores, de tal modo que así se pueda restituir la confianza, para que la iglesia chilena recupere su indispensable papel en la búsqueda de una mejor sociedad, colaborando con sus programas sociales, en fortalecer valores básicos de la vida en sociedad para la familia, la juventud, el diálogo, la mediación en conflictos, o simplemente predicando estos valores a los millones de católicos.
La iglesia chilena está frente a una crisis, hay ante este momento trascendente, una gran esperanza que por el bien de todos no debería desvanecerse.