Editorial

Demanda de capital humano para otra revolución industrial

Por: Editorial Diario Concepción 15 de Mayo 2018
Fotografía: Pexels

Para quienes han egresado de las autopistas laborales, los que se retiran de las carreras académicas o profesionales, la brecha tecnológica no hace más que señalar, con inequívoca certeza, que es tiempo de dar pasos al costado y tratar de asimilarse, buenamente, al estado de las cosas, aunque sea solo para estar al tanto de lo que ocurre. Diametralmente opuesta es la situación de los que se encuentran en pleno período productivo y más todavía para aquellos que se preparan para ingresar al mundo del trabajo.

Ahora mismo y obviamente más en el futuro muy próximo, se requiere de otras competencias, las necesarias para utilizar a cabalidad las herramientas para la revolución tecnológica, cuyo progreso acelera las innovaciones en un continuo proceso de renovación y aumento de potenciales operativos, por lo tanto, lo que se debe observar con extremo rigor es la pertinencia de lo que se enseña a los futuros actores del ámbito laboral, si esto responde a lo que se necesita, o se insiste en preparar personas para un mundo que está dejando de existir.

Si a finales del siglo XVII fue la máquina de vapor, toca ahora el turno de los robots integrados en sistemas ciberfísicos los responsables de una transformación radical, esta transformación ha recibido el nombre de cuarta revolución industrial, que resulta de la convergencia de tecnologías digitales, físicas y biológicas, para cambiar sustantivamente el mundo tal como lo conocemos.

Uno de los cambios que ya están fuertemente presentes en la actualidad es la llamada Internet of Things, con la abreviatura IoT, Internet de las cosas. Según la revista Forbes, sobre las tendencias para el 2018, es un concepto que se refiere a la interconexión digital de objetos cotidianos con internet. Alternativamente, Internet de las cosas es la conexión de internet con más “cosas u objetos” que personas, interconexión con varios equipos automatizados en una casa, por ejemplo, pero que puede aplicarse, con altos niveles de eficiencia en procesos de distintos sectores productivos, como agricultura, energía, minería y telecomunicaciones.

En las conclusiones de los expertos, hay un retraso relativo, ya que la capacidad de reacción es indudable mente más lenta que la evolución de las máquinas, que incluso pueden mejorarse a sí mismas. Se requiere profesionales que sean capaces de trabajar con Big Data, IoT e Inteligencia Artificial, en ese aspecto hay un déficit, según datos del estudio Cisco IDC Skills Gap de 2016, en Chile existirá un 31% de déficit de profesionales del área, cifra que alcanzaría muchos miles de vacantes.

Esta nueva realidad, emite signos insoslayables, hay que educar de modo diferente a los niños, hay que formar otro tipo de profesionales, la educación ha de estar estrechamente vinculada con el mundo del trabajo, con la dificultad que el futuro del empleo estará hecho de trabajos que no existen, en industrias que usan tecnologías nuevas, en condiciones sin precedentes.

Hay, además, otro desafío pendiente, la historia está repleta de ejemplos de cómo la tecnología pasa por encima de los marcos sociales, éticos y políticos. La sociedad y sus organismos tienen la compleja tarea adicional, en un mundo de máquinas, de proteger al hombre, ya hay signos inquietantes de deshumanización, por descuido de las otras capacidades de nuestra especie, el inasible pero indispensable espíritu.

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