Pudo haber sido, en etapas iniciales, que las congestiones puntuales de vehículos circulando por las calles de la ciudad, fueran el resultado de reparaciones o coyunturas, pero lentamente, sin aquellas interrupciones, las vías de circulación se ven cotidianamente cada vez más repletas, en horarios determinados, saturadas y paralizadas, un traslado de diez minutos se transforma en una ordalía de horas, en las grandes ciudades, gran parte de la jornada diaria se pasa frente al volante.
Según cifras del Ministerio de Transporte, se estima que para fines de este año existirán cerca de 5,5 millones de autos en nuestro país, lo que en términos concretos significa que la tenencia de más o menos 300 vehículos por cada 1.000 habitantes, cifra que, aunque alta, no señala en absoluto una situación de techo, en realidad, para el pronóstico de esta situación a mediano plazo se debe estimar que están dadas las condiciones para una tormenta perfecta; perspectivas económicas, situación del transporte colectivo e idiosincrasia.
La variable número de vehículos particulares, muestra una estrecha relación con la evolución del ingreso per cápita, convenientes y expeditas condiciones de crédito, las perspectivas de mejoramiento de la economía y confianza en una mejor situación a plazo mediatos, un transporte colectivo deficitario, que no es una opción real al transporte individual, más la consideración de la imagen exitosa de quien es dueño de un automóvil, permite proyectar , a una distancia de cuatro años, de ocho millones de autos circulando por nuestro país. Es decir, una tasa de tenencia de entre 350 a 400 vehículos por cada 1.000 habitantes, similar a la actual en España.
La pregunta obvia es de qué manera la ciudad se está preparando para ese futuro demasiado cercano e inevitable, es posible que sea poco realista pensar que el mejoramiento de las ciclovías vaya a resultar en menor circulación de automóviles o vehículos de la locomoción colectiva, especialmente en invierno, período en el cual la situación suele empeorarse, por razones obvias.
Nuestra Región no escapa a la tendencia aludida en las cifras nacionales, efectivamente, según el informe del INE, en el año 2016, el parque vehicular en la Región del Bío Bío alcanzó a 538.580 unidades, presentando un crecimiento de 5,2%, equivalente a 26.473 unidades más en la comparación anual. El 97,3% del total parque vehicular regional corresponde a vehículos motorizados (524.299 unidades), mientras que el 2,7% restante a no motorizados, 14.281 unidades.
El resultado palpable para el habitante de la ciudad es que los vehículos no parecen caber en las calles, hasta los sitios de estacionamiento, en barrios apartados, parecen estar saturados, esa es la realidad pura y dura, a continuación los discursos, como puede ser la evaluación de un experto foráneo que concluye que el sistema de locomoción pública en la ciudad es lo más cercano a óptimo, una conclusión que merece mayor análisis, al observar, por ejemplo, la cotidiana lucha de los conductores para tomar pasajeros, con decenas de microbuses y taxibuses en un par de cuadras.
Hace falta planificar con altura de miras y visión de futuro, sin defensa de sectores corporativos. Así como está la locomoción pública, todo lo que quiere la ciudadanía es subirse a su propio automóvil y esa situación es insostenible, por lo tanto, la variable a mejorar es evidente.