En este medio se publicó un reportaje que señalaba algunos positivos indicadores del desarrollo regional, señalando que la Región del Bío Bío había sumado 33 mil nuevos trabajos en los últimos 12 meses. Sin embargo, lo más destacable era el hecho que fue el sector manufactura es el que más había crecido 14.470 puestos, cifras que se obtienen al examinar el último informe del Instituto Nacional de Estadística Bío Bío, INE, relativos a la tasa de desocupación, con el comentario del nuevo seremi de Economía regional, de ser una señal alentadora que se incrementara los ocupados en un 3,7% en este periodo.
Según la interpretación del INE, el aumento interanual se debe al buen rendimiento de la industria manufacturera, agricultura y pesca, enseñanza, comercio, alojamiento y servicio de comidas, particularmente en el sector manufacturero, que aumentó sus plazas en 12,4%, manteniendo esta tendencia por quinto trimestre.
Al instaurarse en Chile, hace más de cuarenta años, la economía de libre mercado y cesar las protecciones arancelarias, se produjo un aumento exponencial de las importaciones, y con ellas la inundación del mercado con productos de la más diversa procedencia, con una relación precio calidad claramente conveniente para el consumidor y ruinosa para una gran cantidad de empresas que, sin protección de barreras aduaneras, tuvieron que discontinuar sus actividades.
Para al país esto significó un cambio sustantivo, fuera de las conveniencias de las ofertas, el costo en empleo fue dramático y el cesa e de las actividades de muchas empresas tuvo como consecuencia la destrucción la base de sustento de pueblos completos, situación que en nuestra Región tuvo un especial y mayor impacto.
Varias décadas más tarde, con los cambios propios de la tecnología, los procesos de aprendizaje y el intercambio fluido con otras entidades productivas, se ha ido robusteciendo la industria nacional, aunque no siempre visiblemente, a título de ejemplo, empresas que continúan fabricando en el país lavadoras, micros y cajas de cambio, haciendo que sobreviva el casi olvidado “Hecho en Chile”.
Una muestra es Cormecánica, filial de Renault Nissan, que exporta cajas de cambio mecánicas de cinco velocidades desde Los Andes a distintas plantas de la empresa en Argentina, Brasil y Colombia. 539 chilenos arman este componente en automóviles, algunos de los cuales llegan a Chile, hay muchas otras como Inrecar, que fabrica carrocerías de taxibuses, fundada en 1972, que reinició exitosamente, sus actividades después de haber quebrado, o empresas que continúan fabricando en nuestro país productos de acero con valor agregado, e incluso exportan sus manufacturas a la región, aprovechando condiciones ventajosas en el precio del metal.
Para los emprendedores chilenos, particularmente los regionales, parece haber nuevas oportunidades, el crecimiento de la experiencia, el aumento considerable de potencial mano de obra altamente calificada producto de un crecimiento notable de la educación superior técnico profesional, más la visión más amplia y profunda de nichos posibles en un mundo industrial cambiante, podrían abrir puertas a nuevas oportunidades con alianzas estratégicas con empresas de otros países, para tener productos competitivos y adecuados a mercados específicos, un perfil productivo que por decenios había abandonado la Región.