Editorial

La tecnología puede interferir el aprendizaje de los escolares

Por: Editorial Diario Concepción 10 de Abril 2018
Fotografía: Contexto | Archivo Copesa.

Una reciente investigación de la Universidad de los Andes, revela con datos duros lo que se pudo haber despachado como una conclusión sin fundamento; la sospecha fundada, por no pocos profesores y padres, que los teléfonos celulares podían de algún modo interferir con los aprendizajes de los niños y adolescentes. Es justamente ese tipo de conclusiones las que se derivan del trabajo “Efectos de la adicción al celular en los colegios”.

La investigación aludida encontró una marcada relación inversamente proporcional, entre el número de horas de uso del teléfono y el promedio de notas. Al realizar una encuesta a 300 niños y jóvenes, de entre 10 y 18 años, sobre los hábitos de uso del celular, en la cual participaron también los padres.

La primera información interesante es que más de la mitad de los niños, el 58%, habían recibido su primer teléfono antes de los 10 años, además de diferencias apreciables según la situación socioeconómica de sus familias, en efecto, los niños del grupo C2 fueron los que a menor edad (9,4 años) tuvieron un teléfono por primera vez, a esa edad el 37% de ellos ya lo tenía en comparación con el 14% de los niños del grupo ABC1. Para los investigadores, una situación detectada en este estudio y calificada como “lo más sorprendente y preocupante” fue las diferencias de hábitos entre los grupos socioeconómicos, los niños del grupo C3-D pasan en promedio 8 horas al día con el celular, mientras que uno del ABC1 dedica 5 horas.

Las posibles explicaciones, ofrecidas por los autores del estudio, son que tal vez los niños de un grupo socioeconómico más bajo pasan menos tiempo con sus padres, aunque también puede ser que los colegios privados tengan reglas más estrictas sobre el uso del teléfono, versus colegios municipales y más vulnerables, donde puede haber menos consistencia en el control del uso de estos aparatos, o mayores dificultades para supervisar a los estudiantes.

En otras comunicaciones, los profesores que se oponen a los teléfonos celulares opinan que los estudiantes pierden mucho tiempo enviando mensajes a sus amigos o atendiendo los que reciben, por lo cual se distraen, dejan de prestar atención a lo que ocurre en el aula y pierden así información clave para comprender los contenidos de las clases.

La industria también reacciona a otra posibilidad, según Clarity Innovations Inc., “La tecnología de telefonía de avanzada también desafía cada vez más los métodos de evitar que los estudiantes hagan trampa. Los mensajes instantáneos pueden compartir respuestas, los celulares con cámara pueden proveer imágenes para problemas complicados y puede intercambiarse mensajes de voz detallados entre períodos sucesivos”.

Es evidente que se requiere determinadas normativas, que establezcan metas realistas, pero hay situaciones ante las cuales no es posible esconder la cabeza, el uso de los celulares en las salas de clase no parece ser un proceder conveniente, por otra parte, el uso de estos aparatos por niños menores puede aumentar la frecuencia de déficit atencional, aumentar la incapacidad para concentrarse y caer en conductas adictivas de dependencia.

Para muchos educadores los celulares son una barrera para la comunicación con sus estudiantes, y para el logro de objetivos educacionales, una extensión de la situación en el hogar, donde también puede haber falta de comunicación entre los integrantes de la familia.

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