Editorial

Medidas efectivas para el control del consumo de drogas

Por: Editorial Diario Concepción 30 de Marzo 2018
Fotografía: Copesa

Las cifras indican que, en promedio, los niños chilenos comienzan a beber alcohol a los 13,5 años, los datos relacionados con el consumo de drogas por los jóvenes son igualmente lamentables; la edad promedio de los escolares que se inician en el consumo de marihuana es de 14,5 años. Según la información del Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda), uno de cada tres estudiantes de 8° básico a 4° medio bebió alcohol al menos una vez en el último mes. De ese total, dos de tres reconocen haber consumido cinco o más tragos en una misma ocasión.

El año pasado, en una reunión con directivos de colegios privados, subvencionados y municipales, este medio puso sobre la mesa el tema  de consumo de marihuana y alcohol en nuestra realidad regional, ellos relataron que, en edades tempranas, a partir del 5° y 6° básico, es un problema real y frecuente en todos los establecimientos, con la intranquilizadora circunstancia que en algunas oportunidades los padres no ven razones para preocuparse y manifiestan indiferencia sobre el particular, incluso cuando se les informa que sus hijos han llegados bajo los efectos de la droga a las primeras horas de clase. Adicionalmente, los directores informan de la existencia de lugares de distribución y comercialización cercanos al colegio, mientras los consumidores ven en esta práctica una oportunidad de amistad, de identificación grupal o como vía de escape.

Hace dos años, el Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol, en un estudio sobre el particular en la población escolar, informó sobre el consumo de marihuana durante el año pasado, en especial por los alumnos de octavo básico, el cual mostró un alza de 3,2% respecto a un par de años previos. En tanto la cifra más alta de consumidores se registró en los alumnos de tercero y cuarto medio con un 45%.

Ante una realidad como la descrita, que no muestra tendencias a disminuir, es muy oportuno evaluar el resultado de innumerables campañas para cambiar este estado de cosas, que por su frecuencia podría llegar a ser confundida con las conductas exploratorias propias de la infancia y la adolescencia, tratando deliberadamente de ignorar una situación que cada padre, en su fuero interno, ve con alta preocupación.

Sucintamente, la gran mayoría de las intervenciones simplemente no funcionan, posiblemente porque cuando el Estado y los colegios centran el tema del consumo de sustancias lo describen como un problema de los jóvenes, sin reconocer que el consumo es un tema presente en la sociedad a nivel transversal, en donde los adultos también son consumidores, por lo tanto, lo más probable que los adolescentes rechacen el mensaje de prevención que se les quiere instaurar.

Se requiere un cambio de enfoque como el que se ha estado probando con éxito, en el esquema de Comunidades que se Cuidan, un modelo creado por la Universidad de Washington que ha mostrado disminuir en 32% la propensión de los jóvenes a consumir drogas, para lo cual se requiere el compromiso de muchos sectores involucrados del entorno de los jóvenes, con una base común de activa comunicación más el apoyo familiar en conjunto con asesoría profesional. Como todo problema complejo, no hay salida fácil, pero como todo problema grave, no puede dejar de ser enfrentado.

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