Muchos de los proyectos importantes para la Región y la ciudad tiene que someterse a un prolongado proceso de tramitación, por mucho que haya estado sobre la mesa por decenas de años, siempre se hace prevalecer un nuevo y amnésico proceso de revisión, actualización y estudio, no importa que para aquello se emplean algunos años, el soterramiento de la línea férrea que separa al territorio cercano a al río con el resto de la ciudad es un ejemplo emblemático, postergado a pesar que significa agregar 9,5 hectáreas en las cuales se proyecta la creación de parques y espacios públicos que logren unir la ciudad con su costanera fluvial.
Las últimas administraciones, por los motivos más diversos, han tenido que enfrentar las barreras que se levantan frente a este proyecto, como una suerte de castigo por pecado original de haber dado la ciudad la espalda al río, como bien menciona el historiador, Armando Cartes, quien recuerda que el río no fue valorado como ocurre en la actualidad, sino más bien como una amenaza, por sus eventuales salidas, un sector del cual más valía la pena alejarse.
Esa realidad ha cambiado en las últimas décadas, el crecimiento de la ciudad, el mejoramiento de su conectividad y el desarrollo de grandes complejos habitacionales cercanos ha dado un nuevo significado a esa superficie urbana. Cual haya sido el criterio de los antiguos penquistas, las circunstancias son ahora distintas y es imposible concebir la ciudad desvinculada del Bío Bío.
En el comentario del académico e historiador Cartes, se recuerda que fue en el Siglo XX cuando la demanda de unir la ciudad con el río fue tomando fuerza, como es característico de las grandes capitales europeas, en las cuales los ríos son parte de su identidad e historia y, más cercanamente, Valdivia, que ha unido su vida al río. En la actualidad hay un consenso sobre la necesidad de eliminar las barreras físicas y visuales que impiden el acercamiento fluido de los penquistas con el sector ribereño y con las oportunidades de desarrollo urbano de los alrededores.
Para el intendente de la Región del Bío Bío, Jorge Ulloa, es evidente la existencia, por parte de todos los sectores, de la voluntad para trabajar en pro del soterramiento de la vía férrea, ya que agrega valor económico y social a Concepción. “Esto nos permite unir la ciudad, no segregar el sector, y a mí, por lo tanto, me parece como un proyecto un hermoso desafío. Creo que es necesario hacerlo”, retomando el fuerte compromiso de su antecesor, Rodrigo Díaz.
Por su parte, el alcalde de Concepción, Álvaro Ortiz, desde su perspectiva de máxima autoridad de la comuna, lo describe como la incorporación a la vida cotidiana de la ciudad, además de cambiar el paradigma de subvaloración de esa parte de su territorio y terminar con la estigmatización social que durante años han sufrido quienes viven al otro lado de la línea del tren.
Será definitivamente otra la ciudad de Concepción cuando ese proyecto esté concluido, se estaba haciendo pequeña para el casi millón de personas que en ella habitan, tendrá más espacios y un más amplio su casco urbano, mejor calidad de vida con más áreas verdes por habitantes y una mayor cercanía al río del Gran Concepción, la ciudad sumará belleza y atractivo, un gran y necesario cambio después de dos y medio siglos de su asentamiento en el valle de la Mocha.