Durante el periodo de vacaciones de muchos chilenos, los aspectos relacionados con salud resultaron preocupantes, el virus hanta, la fiebre amarilla, o intoxicación alimentaria por productos mal manipulados. Con esos aspectos repetidamente expuestos en los medios, se tiende a olvidar que por encima de esos problemas de coyuntura está el estado general de salud de los chilenos.

Así lo pone de relieve los resultados de la tercera Encuesta Nacional de Salud, que aunque muestra algunas mejoras de indicadores, dejan expuestos con no menos claridad que persisten una serie de problemas para el panorama sanitario nacional, que impacta significativamente en la demanda de recursos humanos y materiales para hacerles frente.

Además de la existencia conocida de esas patologías, se revela que las enfermedades  tienen una más que sugerente relación con la situación socioeconómica, conclusión que se deriva de una estudio desarrollado entre agosto del año 2016 y marzo del año recién pasado, rotulado como Encuesta Nacional de Salud, la cual midió más de 84 problemas de la salud de la población chilena.

El dato más relevante es la verificación que el 25,5% de los chilenos mayores de 15 años tiene un riesgo alto de padecer una enfermedad cardiovascular, con muchas causales relacionadas, sobrepeso, sedentarismo y además  con  alto consumo de sal, ya que casi el 99% de la población ingiere más de 5 gramos al día, muy por sobre las recomendaciones de Organización Mundial de la Salud,  límite máximo de 2 g/día, para reducir la tensión arterial, accidentes cerebrovasculares y cardiopatía coronaria en adultos.

Al hacer la presentación de estos resultados de la Encuesta, el subsecretario de Salud Pública, enfatizó el hecho que además del  aumento de la obesidad, se observa  más casos de diabetes, y problemas con el colesterol,  patologías que atacan órganos y sistemas por largo tiempo sin dar mayores síntomas, los cuales surgen solo en periodos tardíos, con consecuencias graves.

Lamentablemente también se confirman las brechas, descritas como  diferencias abismantes, en la condición de salud según la situación socioeconómica. Como dato ilustrativo, las personas que tienen menos de 8 años de escolaridad tienen un 51% de riesgo de sufrir este tipo de enfermedades versus un 8% de aquellos que tienen más de 12 años de educación.

Los resultados de la Encuesta indican  que es muy  bajo el grado de cumplimiento de las indicaciones de las Guías Alimentarias de Chile, solo el 28,3% de la población cumple con el consumo de agua recomendada; el 9,2% declaró cumplir el consumo de pescado o mariscos y el 24,4% en el caso de las legumbres, ofreciendo como explicación plausible para esta baja tasa de cumplimiento, que los  mensajes no  llegan igual o no son practicables de la misma forma para las personas, porque su propio nivel educacional no le permite entenderlos, pero también porque por razones  socioeconómicas, no pueden acceder al tipo de conductas que serían más saludables.

Es evidente la existencia de un amplio espacio para acciones preventivas ante las patologías más prevalentes en el país, pero, al mismo tiempo, hay que reconocer la existencia de barreras para su adecuada implementación, la vulnerabilidad  de las familias, es uno de ellos, el otro es la educación, dos situaciones que demandan sostenida atención para el desarrollo equitativo de la sociedad chilena.