Salvo un par de situaciones alarmantes y controladas, no ha habido señales de incendios forestales de gran consideración, una noticia tranquilizadora, por una parte y engañosa, por otra, ya que induce a bajar los niveles de alarma ante una posibilidad siempre presente y que espera, por lo general, una concurrencia no infrecuente de factores para desatarse con toda su extrema peligrosidad y capacidad devastadora de daño.
Sin embargo, las duras lecciones del pasado reciente han movilizado la responsabilidad de las empresas forestales y el Estado. En efecto, las primeras han incrementado en 60% sus inversiones en prevención y combate de incendios, el porcentaje es un indicador relativo, más claro puede ser llevarlo a términos absolutos, en este caso, los cerca de US$80.000.000 que las empresas forestales destinarán a la prevención y combate de incendios rurales en la temporada 2017-2018.
Según el presidente de la Corporación Chilena de la Madera (Corma), esta última cifra se basa en el promedio histórico de US$50.000.000 que el sector privado destina anualmente a esas labores, junto con aquello, el incremento también se expresa en personal especializado, de esa manera, el número de personas dedicadas a prevención y combate, aumentarán en 700, mientras que los montos destinado a prevención, se triplicarán en la presente temporada, llegando a US$18.000.000.
El análisis de las situaciones de sostenida emergencia del verano pasado, la investigación de los hechos y la evaluación de medidas y recursos empleados, ha sido un insumo de valor incalculable al momento de planificar las acciones para este verano y como marco para los resguardos permanentes del recurso forestal chileno y los bosques, se espera así generar nuevas estrategias de combate y prevención.
Uno de los aspectos más relevantes es la observación cuidadosa de los antecedentes disponibles después del aludido análisis, utilizando el concepto de incendios rurales, ya que los siniestros afectan a todo tipo de vegetaciones, se muestra que en el periodo 1998-2017, el 37% de la vegetación dañada correspondió a plantaciones forestales, el 21% a bosque nativo y el 42% restante a otro tipo de vegetación.
Los recursos materiales de los que ahora se dispone este año destacan 226 torres de vigilancia y detección de incendios, 24 aviones y 25 helicópteros y 35 camiones cisternas para proveer de agua a las brigadas, se estima que con este material se aumente en cerca de un 90% la capacidad de lanzamiento de agua desde unidades aéreas, llegando a una cifra de 3,4 millones de litros diarios; mientras que la capacidad de transporte y lanzamiento terrestre se incrementará de 2,5 a 4,4 millones de litros diarios, según la información de Corma.
El otro gran factor es el comportamiento y actitud de las personas y comunidades, las empresas forestales participan en comités con este objeto, son, sin embargo, los propios ciudadanos en conjunto con sus municipios, los que pueden robustecer las medidas preventivas, como en algunas juntas de vecinos que han establecido punto de acopios para retirar material combustible como ramas secas y otros desechos.
La actitud responsable de cada uno de nosotros, con la posibilidad de controlar y proteger el propio entorno, es una suma virtuosa para asegurar el patrimonio arbóreo de Chile y la seguridad de las personas y sus bienes.