Editorial

La peligrosa ubicuidad del microtráfico de drogas

Por: Editorial Diario Concepción 25 de Enero 2018
Fotografía: Copesa

Realmente no se puede hablar de desaplicación las policías hace lo que buenamente pueden ante un problema que parece sobrepasarlos, el tráfico de g drogas, se encuentran ante un escenario que resulta intranquilizadoramente complementario para que esta situación lejos de aminorarse, se acentúa: una sociedad hedonista con capacidad adquisitiva creciente, una moral relativa, impulsada por actitudes de falso progresismo y organizaciones cada vez más robusta para perfeccionar un negocio de altísima rentabilidad.

Las actuaciones de las instituciones de orden público frente a este flagelo son conocidas por la ciudadanía y la relación de hechos lamentablemente familiar y cotidiana, el ingreso a  sectores conflictivos de  vehículos temáticos, como un carro funerario adornado con coronas de flores, seguidos por presuntos deudos, en realidad detectives, para poder sorprender a bandas previamente ubicadas e individualizadas, e impedir su inmediata fuga, advertidos por un vecindario cómplice.

El uso, además,  de agentes encubiertos, declaraciones reservadas, filmaciones y denuncias anónimas, son algunas de las técnicas que utiliza la Policía de Investigaciones, en coordinación con el Ministerio Público, para desbaratar bandas dedicadas al tráfico de drogas en todo el país, para el común de los ciudadanos esto ocurre en barrios periféricos, en zonas vulnerables de las ciudades, en zonas rotuladas como de alta peligrosidad, no siempre con justicia.

Para la clase media acomodada y el ABC1 de la sociedad, estos hechos les son ajenos, corresponderían, para el sentimiento común, a circunstancias que se viven en la marginalidad, por tanto es una realidad que no les representa, se logre, sin mayor análisis sentir seguridad  en su entorno inmediato, ilusoriamente blindado a tal tipo de circunstancias, propias de  delincuentes y lumpen, un vocablo que por corrección política ha dejado de mencionarse.

Sin embargo, al inicio de este mes, la PDI detuvo a más de 160 personas en puntos de microtráfico del sector oriente de la capital, lo que resulta inquietante es que parte de los aprehendidos corresponde a jóvenes de estrato socioeconómico alto y que se dedican a la venta de drogas de síntesis, traídas desde Europa y que utilizan sus redes sociales son su principal herramienta de comercialización.

La descripción de la actividad por uno de ellos, en todo similar al modo de operar de sus pares, es digna de motivar las alertas de las familias además de los agentes de la justicia, ofrecer drogas alta potencia y de alto potencial de daño,   que  les llegan a través de envíos postales y aéreos desde Europa, en efecto en los últimos meses del año pasado se incautaron 69.523 pastillas de Éxtasis en el aeropuerto de Santiago, lo que significa un aumento de un 90% en comparación a todo el 2016.

Para dimensionar adecuadamente esta situación basta con darle una mirada a los retorno, el microtraficante juvenil, con acceso a los jóvenes de alto poder adquisitivo y a sus particulares ambientes, obtiene por la venta de diversas drogas  un 70% de ganancias, un par de centenares de miles de pesos en pocas transacciones.

El gobierno debe estar consciente del poder de su adversario en esta materia y es esperable que las medidas se robustezcan y perfeccionen, pero hay además un indicador que no debe olvidarse, hay un entorno familiar que no está prestando la atención debida.

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