Para una ciudad como la nuestra, particularmente este año, cuando el invierno insistía en quedarse y la primavera no mostraba prisa por llegar, la temporada de verano, de altas temperaturas y sol radiante, es una invitación a volver al mar, a las playas, como las vacaciones por antonomasia para muchos. Nuestro país tiene 909 de éstas oficialmente reguladas, en toda la longitud de su costa, de las cuales sólo 99 son aptas para el baño, quedando 810 en la categoría de solaneras, es decir aptas sólo para deportes recreativos y tomar sol.
La contraparte de esta esperada oportunidad de descanso y recreación son los accidentes y ahogamientos, el riesgo resultante de factores constantes, como la imprudencia y las marejadas, a lo cual se agrega un factor variable, el efecto de las corrientes marinas y los roqueríos. Hay cambios que a veces dejan las playas irreconocibles con pérdida de arena, abundancia de piedras y rocas, e incluso peligrosos desniveles al caminar, que puede ser peligrosos para los bañistas.
Los balnearios no autorizados para el baño a lo largo del país están concentrados en las regiones de Los Lagos, Valparaíso y Biobío. Una contra siete; esa es la proporción entre las playas aptas para el baño -la minoría- y las que no están habilitadas en el extenso litoral marítimo, lacustre y fluvial distribuido entre las regiones de Arica y Magallanes, incluyendo el territorio insular y justamente los lugares que anualmente aumentan las cifras de desgracias fatales, en efecto el 82% de los accidentes se producen en playas no aptas.
En temporadas pasadas se produjeron más de cuatrocientos accidentes en el mar, los cuales concluyeron con dos decenas de fallecidos. Ante una realidad tan trágica se suele hacer llamados a la responsabilidad de las personas o de los encargados de vigilar a los niños, ya que no importa cuántos medios se disponga para el auxilio, la preocupación de las autoridades por disponer operativos especiales y tratar de cubrir adecuadamente las zonas más concurridas, si cada uno de nosotros no toma consciencia de cuidar la vida, la propia y la de los nuestros.
El año pasado, según informó la Armada de Chile, los accidentes marítimos del verano disminuyeron un 52%, una cifra que indica un positivo balance en relación al año anterior, cuando a la misma fecha se habían registrado 21 muertes por ahogo. Sin embargo, a pesar de los buenos resultados de la campaña de autocuidado y prevención de la institución, sigue habiendo un número importante de fallecidos por esta causa.
Por otra parte, como es también el caso de otros sistemas de servicio público, hay un uso impropio de los medios, o de intención maliciosa, en una temporada se reciben en el número telefónico 137, el contacto de seguridad de playas, ríos y lagos, más de 17.000 llamadas, de las cuales un 94% son falsas, entorpeciendo un servicio de cuya velocidad de respuesta puede depender una vida.
En la Región del Bio Bío hay poco más de 20 playas habilitadas para el baño, las cuales se oficializan tras las revisiones de la Armada, esa información es indispensable para los turistas y las familias locales, a la cual se puede acceder con facilidad. Sin embargo, es solo un dato, más que esa clasificación es necesario reforzar los conceptos de autocuidado y autoprotección, con un poco de atención y compromiso se puede evitar transformar una alegría en tragedia.