No ha estado en el centro del escenario de la reforma educacional, de hecho, en ese lugar han imperado los asuntos propios de la educación superior, una presencia pregnante y cotidiana que ha logrado invisibilizar otros aspectos de la educación, no solamente el transversal valor de la calidad, sino otros escenarios educativos, como ocurre con la educación parvularia. Que a pesar que suele ser mencionada como indispensable en los discursos políticos, es rápidamente desplazada por la aparición de nuevos asuntos concernientes a la educación terciaria.
Desde la Subsecretaría de Educación Parvularia, en declaraciones a los medios, se puede apreciar justamente lo descrito en el párrafo anterior, que la atención ha estado en otra parte y que las actividades y acontecimientos del nivel inicial de la educación han pasado algo inadvertidos, a pesar que a criterio de la institución la educación parvularia se ha instalado con fuerza en las comunidades y ha tenido un sostenido desarrollo con la generación de nuevos jardines infantiles, con estándares internacionales.
Además de la poca visibilidad relativa de los jardines en el país, es igualmente de bajo perfil la trascendente tarea de las personas que trabajan en ellos, particularmente las educadores, que en este ambiente se han transformado, por la evolución de la sociedad, en madres sustitutas, o colaboradoras con las madres biológicas, cada vez más inmersas en el mundo del trabajo o comprometidas con su propio desarrollo personal, además de su fundamental papel en el ámbito familiar.
Los niños permanecen por largas horas en los parvularios, dándoles una oportunidad invaluable para experimentar situaciones sociales importantes para su futuro desarrollo social, una instancia real de aprendizaje que les permitirá aprender a ajustarse y plegarse a los demás, así como a conservar la propia independencia como individuo de un grupo. Los beneficios son múltiples, se refuerzan buenas pautas de conducta, de socialización y de adquisición de conocimientos por acción de nuevos agentes educadores y grupos de pares.
Una de las áreas más sobresalientes en el conjunto de renovaciones de las bases curriculares a nivel parvulario es el énfasis en aspectos que suelen tener poca representación en el terreno de los aprendizajes; el concepto de niños ciudadanos no estaba en el antiguo currículo, el propósito de este cambio es permitir, en términos de la subsecretaria, “que los niños opinen, participen, respeten y que tomen decisiones, por lo que hay una apertura curricular distinta a empezar a hacer los primeros ejercicios en los jardines y colegios”.
La cultura cívica debe empezar definitivamente en ese momento, por demasiado tiempo se ha considerado que la infancia debe dedicarse solo a recibir la trasmisión de la cultura y el conocimiento, se hace cada vez más evidente que es indispensable, desde el principio, que cada niño o niña sepa su lugar en la sociedad, como ésta funciona y, del mismo modo, conozca a cabalidad tanto sus derechos como sus obligaciones.
Para un mejor país es necesario crecer en cultura cívica, el saber vivir en sociedad, la práctica cotidiana del respeto y la tolerancia, aprender desde temprano el valor y el privilegio de vivir en democracia, con las responsabilidades de todos los ciudadanos, son los niños, la ciudadanía de mañana, los que pueden marcar toda la diferencia.