Tanto en el mundo laboral, como en el académico y el de la investigación y la tecnología, ante la complejidad de problemas frecuentemente interconectados, es indispensable la capacidad del trabajo en grupo, difícilmente se pueden obtener resultados sustantivos en solitario, por tanto, el desarrollo de esa competencia en la fase formativa constituye un componente indispensable de los programas educacionales.
En relación a esta realidad, la agencia Pisa (Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes), desde el año 2015 evalúa la resolución de problemas en equipo, es decir, la capacidad para involucrarse en un proceso por el cual dos o más personas intentan resolver un problema. En esta primera evaluación, Chile obtiene resultados bajo al promedio de la Ocde, pero superiores a los de Latinoamérica.
Efectivamente, el puntaje promedio de los jóvenes chilenos es de 457 puntos, comparado con la cifra 500 de la Ocde, superior al promedio 422 de los países de Latinoamérica y del Sudeste Asiático (436) y similares a los que obtienen los estudiantes de países con PIB similar.
La información adjunta, esta vez en la medida de la capacidad para trabajar en equipo, el 42% de los estudiantes chilenos de 15 años, tiene resultados que lo ubican bajo el nivel 2, lo que significa que muestran graves deficiencias en su capacidad para trabajar en colectivo. En la Ocde este porcentaje es del 28%, mientras que en Latinoamérica alcanza el 59%.
Para los expertos de Pisa este indicador tiene un especial significado, dadas las complejidades de los problemas que la sociedad debe enfrentar en la actualidad, el trabajo grupal es una buena modalidad para enfrentarlos, en su experiencia, el trabajo colaborativo produce una división efectiva del trabajo, se incorpora información de múltiples fuentes de conocimiento, diversas perspectivas y experiencias; hay mayor creatividad y mejor calidad de las soluciones, puesto que son estimuladas por las ideas de todos los miembros del grupo, en el cual cada quien aporta sus particulares competencias.
El mejoramiento de este indicador es, sin embargo, esperable, ya que como factor positivo se registra la importante valoración que los jóvenes le dan al trabajo en equipo, el 93% de los estudiantes en Chile dice que le gusta colaborar con sus pares y el 81% cree que trabajar colaborativamente aumenta su propia eficiencia, resultados muy por sobre el promedio Ocde. un escenario óptimo para confiar en mejores resultados si se adoptan las políticas adecuadas, particularmente en escuela, lugar donde se plantean desafíos que hay que trabajar como sistema escolar y como sociedad.
Es importante destacar que es en el colectivo de jóvenes vulnerables donde se encuentra la brecha mayor, ya que según esta prueba, un 62% de ellos muestran las más grandes falencias en su capacidad de trabajar en equipo, resultado que se reduce hasta el 22% en los grupos más acomodados, mucho más cercano al promedio de la Ocde.
Pasar de lo individual a lo colectivo, cuando se establece un ambiente de colaboración más que de competencia, robustece los proyectos individuales tanto como los colectivos, justamente una de las necesidades más apremiantes en la sociedad contemporánea, ya que el aislamiento y el individualismo se pueden transformar en una barrera para el crecimiento armonioso de la sociedad. Una vez más la calidad de la educación reitera señales de ser indispensable.