Editorial

Nuevo escenario electoral y notable alza en participación

Por: Editorial Diario Concepción 20 de Noviembre 2017
Fotografía: Isidoro Valenzuela M.

El de ayer fue un mal día para las encuestas y para los agoreros que anticipaban el piso más bajo de participación ciudadana desde la entrada en vigencia del voto voluntario. Claramente los pronósticos fallaron: Sebastián Piñera estuvo 10 puntos por debajo de las proyecciones más optimistas, Alejandro Guillier bajó también y Beatriz Sánchez y el Frente Amplio dieron la sorpresa, quedando a un paso de desplazar a la Nueva Mayoría del balotaje. Por su parte, José Antonio Kast y la derecha dura llegaron a un sorprendente 8% y Carolina Goic apenas alcanzó un muy pobre 5,8%, una derrota que podría tener insospechadas consecuencias para una alicaída y dividida DC, que también sufrió sensibles bajas parlamentarias.

El resultado que han obtenido es muy elocuente y permite dar una mirada a los cambios ostensibles en la sociedad chilena en el último decenio. Primero con la arremetida de Sánchez, que da cuenta de una necesidad imperiosa de un sector progresista de izquierda que no se sentía representado por la Concertación y la Nueva Mayoría. Y segundo con el posicionamiento en el mapa de un candidato de derecha dura, sin concesiones y que enfrentó con invariable unidad de propósito todos los debates, sin cambiar un ápice el convencimiento de su mensaje, considerado por muchos extremadamente conservador, pero al mismo tiempo, de evidente e indeclinable sinceridad.

La posición que queda ocupando la Democracia Cristiana con su representante Carolina Goic, en un acto de abandono ideológico con la Nueva Mayoría, representa la pérdida de relevancia de un partido que parece haber quedado atrasado en la historia.

El resultado del acto eleccionario de ayer hace extremadamente riesgoso el uso de las calculadoras políticas, las alianzas estratégicas que tiene que establecerse para conseguir las necesarias mayorías, tiene diferente pronóstico, la dureza de la campaña, particularmente en el sector oficialista ha sido de tal magnitud que resultará difícil para la ciudadanía que aparezcan juntos quienes han usado duros y confrontacionales términos con los potenciales alia dos, por su parte parecer más natural que establezcan puntos de encuentro las candidaturas de Piñera y Kast.

Con estas variables, queda un escenario abierto para la segunda vuelta en diciembre, cuya resolución dependerá de cómo logren Piñera y Guillier abordar el último mes de campaña, y de su capacidad para arrimar a los desencantados a sus filas.

Y cuando unos y otros intentan ver su vaso medio lleno, hay un claro componente con el que unos y otros pueden alegrarse: el notorio aumento de la participación ciudadana, cercana al 50%, unos 6,5 millones de chilenos, 20 puntos porcentuales más que en la municipal del año pasado, cifra con la que prácticamente igualó la participación de la última presidencial con voto obligatorio, la de 2009. Así podía percibirse desde temprano, con la nutrida concurrencia de las mesas en los diferentes locales, lejos del cuadro abúlico, a horas similares, en la anterior elección municipal.

La relativamente alta participación en este acto eleccionario tiene muchos factores como posible explicación, bien podría ser el cambio de la ley de la República de mayo de 2015, que significó terminar con el sistema binominal el cual ha sido reemplazado por un sistema proporcional, una ley cuyo espíritu es dar participación diferentes tendencias de la sociedad, que no eran adecuadamente representadas por solo un par de grandes conglomerados, por lo mismo, heterogéneos y compartiendo parcialmente sus convicciones.

Con este escenario abierto y altamente competitivo, sin duda se desatarán las pasiones y se crisparán los ánimos. Lo positivo es que si ayer la participación fue buena, para diciembre incluso se puede prever un alza mayor, lo que a la larga es una excelente noticia para la legitimidad de quienes lleguen al poder y para la calidad de nuestra democracia.

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