Las nuevas políticas se generan cuando los hechos demuestran que seguir actuando como de costumbre ya no es útil, o es ocioso, o peor aún, es dañino o peligroso, ha llegado el momento de dar una mirada a lo que sucede en el mundo virtual de las redes sociales, uno de los elementos más poderosos de información que se puede hasta el momento concebir, haciendo desde ya la aclaración que la información nunca es neutra, siempre puede ser catalogada de un modo u otro, calificada, ya que no siempre es real, útil, o sana.
Como la situación está universalmente presente, de un modo progresivamente más transversal, ha sido recibida como una iniciativa relevante y consecuente la propuesta de educar en el uso de estas omnímodas y veloces redes de mensajes. No es de extrañar que la palabra fake news, noticias falsas, haya aumentado su uso en 365%- la palabra del año 2017- como ocurrió el año pasado con post truth, post verdad.
La propuesta ha sido resumida en los medios globales, con títulos breves y periodísticos, pero que rozan solo la superficie del valor de esta invitación a pensar de nuevo; en escuelas de Italia enseñarán cómo detectar las “noticias falsas”, el propósito de esta actividad es recomendar abstenerse de compartir historias no confirmadas y exigir saber la fuente original de una información.
Con el llamativo apelativo de “cazadores de fraudes” se dio inicio en ese país a un programa destinado a involucrar a sus cuatro millones de estudiantes secundarios como activos agentes depuradores de redes cada vez más contaminadas, en términos de la ministra de Educación, Valeria Fedeli se trata de promover en las escuelas un programa que va a ayudar a los alumnos a identificar “noticias falsas” en los medios sociales, entre las recomendaciones están la de abstenerse de compartir historias no confirmadas; utilizar motores de búsqueda para verificar las noticias y exigir saber la fuente original de una información.
En todas partes se ha vuelto imperioso dejar de ser consumidores pasivos de tecnología, los jóvenes nativos en ella están capacitados para ser productores de información y conocimiento y al mismo tiempo transformarse en buenos ciudadanos de la red y actuar positivamente, no se trata solo de detectar noticias falsas y evitar esparcirlas, cada joven puede ser un agente para combatir mensajes diseñados para atemorizar, difamar, humillar, incitar al odio y a la violencia.
El éxito potencial de esta propuesta que advierte que las redes se han transformado en selvas donde reina y abusa el más fuerte, ha resultado en ataques masivos de aquellos que difunden el odio en línea, o de los que cultivan mentiras e incordios, apelando a la manida libertad de expresión, que insisten en ignorar que la libertad termina exactamente en el punto donde empieza la libertad de los demás.
Una vez más hace falta el compromiso de los adultos, en el ámbito escolar y hogareño, fuera del terreno de las prohibiciones y más en aquel del convencimiento, una nueva oportunidad de recobrar la cercanía con los jóvenes que han estado solos demasiado tiempo, es posible que para los inmigrantes en tecnología, como suele suceder con los adultos mayores, sea más difícil hacerse partícipe, pero la conversación cara a cara puede ser un auténtico modo de ayudar a encontrar valores diluidos por la impersonalidad de aparatos de supuesta inteligencia.