Es muy posible que, en términos históricos, uno de los errores imperdonables de los gobiernos sea la incapacidad para reconocer las reales necesidades del país a largo plazo, la incompetencia para identificar los asuntos que en el futuro pueden resultar indispensables, o peor aún, que a sabiendas, por razones de diverso orden, casi nunca capaces de resistir un análisis acucioso, decidan no intervenir.
Es lo que han venido haciendo durante los últimos decenios los gobiernos chilenos, no atender al potente mensaje de desarrollar la ciencia, distraídos por otras urgencias inmediatas, políticamente más rentables en lo inmediato, no han tomado el peso del significado de medidas con visión de Estado, de esas que serán toda la diferencia entre los países que estén en las supercarreteras del desarrollo y los que transitan por las rutas vecinales.
La Academia Chilena de Ciencias, ha emitido claros mensajes para describir el estado de la situación de la investigación y la innovación en nuestro país, empezando por una avaluación de su propio andar que le han permitido hasta aquí alcanzar estándares de calidad internacional, sin embargo, y al mismo tiempo, han reiterado que enfrentan una situación crítica.
En efecto, como se ha expuesto en cada oportunidad posible, los países de la OCDE, a la cual Chile pertenece, han aumentado sus inversiones en ciencia y tecnología, así, tienen al menos siete veces más investigadores activos por millón de habitantes que nuestro país. Además estas naciones destinan en promedio el 2,5% del Producto Interno Bruto (PIB) a ciencia, tecnología e innovación, lo que se contrapone al 0,38% del PIB que Chile destina a este propósito.
Si bien es cierto no es el Estado el único actor posible en el financiamiento de la investigación, es innegable su obligación de estar sustancialmente presente para preservar y aumentar el capital nacional en ciencia y tecnología, dado el bajo aporte del sector privado a la ciencia comparado con el de los países desarrollados. Es por tanto fundamental que exista programas que integren más personas que generen conocimiento en las universidades, en el sector público y las empresas, para responder a los enormes desafíos que tiene el país para su desarrollo.
La Academia de Ciencias ha hecho un llamado urgente para aumentar el monto de los fondos destinados a ciencia en el presupuesto 2018. En particular, solicitando que se aumente el presupuesto del programa Fondecyt regular, para que se financien todos los nuevos proyectos evaluados como muy buenos y excelentes, lo que no parece factible con los fondos contemplados en el actual proyecto de presupuesto.
Aluden la existencia de mensajes ambiguos, por una parte se enfatiza y estimula la actividad científica de los estudiantes, se les impulsa a movilizar su capacidad creativa y, en contraste, el escenario que les presenta es de dificultades para acceder a oportunidades concretas en esa dirección, se indica que la ciencia es fundamental y se abrevia su financiamiento.
Si lo que se necesita es mayor productividad e impacto de la investigación en ciencia tecnología, innovación, o cultura, así debe indicarse, con esos criterios se debe otorgar financiamiento, pero no se impide el eventual mal uso de recursos mediante recortes indistintos y a ciegas, terminan por pagar justos por pecadores y el primer justo afectado es el país completo.