Chile siempre fue una isla, al sur del virreinato del Perú, desconocido y subvalorado, ya que la dificultad y los riesgos de cruzar la cordillera o el desierto no parecían valer la pena. Las cartas de alguien que creyó en nuestro país, Pedro de Valdivia, son los primeros folletos turísticos para invitar a venir, sin demasiada fortuna, como explica el mismo a Carlos V; “no había hombre que quisiese venir a esta tierra, y los que más huían eran los que trajo el adelantado don Diego de Almagro, que como la desamparó, quedó tan mal infamada, que como de la pestilencia huían della”.
Su desmentido es rotundo y convencido “esta tierra es tal, que para poder vivir en ella y perpetuarse no la hay mejor en el mundo…. allí hallarán en que sembrar y con que edificar y agua, leña y yerba para sus ganados, que parece la crió Dios a posta para poderlo tener todo a la mano”.
Hacer saber qué somos y los atractivos del territorio ha sido siempre una tarea de los chilenos, siempre atentos a la opinión de los países lejanos. Por mucho que los contactos internacionales tengan en la actualidad una enorme fluidez y la globalización haya dejado todo cercano, Chile siempre espera dejar una impronta, ser reconocido y destacado.
Uno de los organismos a cargo es Imagen de Chile que tiene como misión promover la imagen del país a nivel internacional, darle a nuestra nación un valor de marca, articulando toda suerte de instituciones y organismos para construir esa imagen, desde todos los sectores tales como cultura, deporte, exportaciones, inversiones, turismo y relaciones internacionales, entre otros.
Como parte de sus metas la organización aludida ha realizado una votación en diversas instancias para definir los principales íconos de cada región para promocionarlos en el extranjero, para ello se utilizaron plataformas digitales, en las que participaron 18.360 personas, las que emitieron 66.596 votos, en un universo de 240 opciones que hubo para elegir. El resultado fue la selección de 80 íconos de las 16 regiones del país -cinco en cada una de ellas, incluida la recién creada región de Ñuble, que servirán para que éstas sean identificadas en el exterior.
Las imágenes que resultaron más identitarias son de la más variada naturaleza, desde hitos geográficos, a manifestaciones culturales, de productos típicos a edificios y esculturas, de embarcaciones a reservas nacionales. De igual manera, mercados, prácticas deportivas, ferrocarriles, campamentos mineros y momias. Nuestra región resulta representada, en primer lugar, por el Arco de la Universidad de Concepción, seguido por el Salto del Laja, el Chiflón del Diablo, de Lota, el río Bío-Bío y el Parque Isidora Cousiño.
Esas preferencias de imagen representativa de las diversas localidades serán incorporadas a mapas regionales, ilustrados por artistas de distintas zonas del país, como parte del proyecto “Chile que te quiero”, en una estrategia de posicionamiento internacional que resaltará la diversidad de las regiones.
Lo que ningún mapa es capaz de describir es el mapa de las personas, la forma como éstas se comportan en su vida de relación, con conocidos y foráneos y la manera como cuidan y respetan su patrimonio, en este caso turístico y cultural, por tanto, aunque la iniciativa es excelente, ha de ser acompañada de educación para cuidar estas imágenes icónicas y a nuestros eventuales visitantes.