Hay patologías ocultas en la sociedad, ya sea porque no son fáciles de aceptar, o porque las personas que las padecen no necesitan el sufrimiento agregado de verse expuestas, el resultado de esa situación es que al elegir ignorar se opta igualmente por desconocer. Los problemas quedan, de ese modo, ocultos y sus soluciones, pendientes, un ejemplo clásico es la enfermedad mental y sus múltiples consecuencias, para los servicios de salud, para la sociedad en su conjunto y para la persona afectada.
En Chile, según información reciente, las enfermedades mentales lideran las causas de invalidez en menores de 40, en ese rango etario, las patologías psiquiátricas son la principal causa de retiro, seguidas por las neurológicas. En el primer semestre se registraron 28 mil solicitudes, con una tasa de aprobación para afiliados de AFP que llega al 52%. En promedio, cada semestre se presenta unas 20 mil solicitudes y revaluaciones de invalidez.
Según lo informado por la superintendencia, “cualquier patología de orden psíquico que reúna los requisitos que las normas técnicas establecen para ser consideradas como irrecuperables e invalidantes en al menos 50% de incapacidad laboral implican la aprobación de este tipo de invalideces”. Por otra parte, en la actualidad, las patologías neurológicas y psiquiátricas, suman un 29,6% del total, siendo las principales causas de pensiones de invalidez aprobadas en la actualidad en afiliados de AFP.
Es muy digno de atención que el mayor porcentaje de aprobación se registre en personas de entre 20 y 30 años, poco menos del 60%. Lo que se atribuye a que las solicitudes por retraso mental u otras patologías psiquiátricas provienen de los menores de 18 años, quienes eran beneficiarios del Subsidio por Discapacidad Mental para acceder a la Pensión Básica Solidaria y que los solicitantes de este grupo etario que piden la calificación habitualmente tienen causales graves que efectivamente ameritan la invalidez ya a esa edad.
Una publicación reciente de Mario Waissbluth, indica que la prevalencia total para cualquier trastorno psiquiátrico y/o discapacidad psicosocial en niños y adolescentes es de 22,5%. En la Encuesta Nacional de Empleo de 2010, el 21% de trabajadores y trabajadoras declaró sentirse deprimido en los últimos 12 meses y el 30% del gasto en licencias de Fonasa es por salud mental. En casi todos estos indicadores Chile está peor en comparación con Latinoamérica y el resto del mundo.
Conocida la gravedad de esas cifras resulta difícil de comprender que no se haya enfatizado la necesidad de contar con más profesionales para hacerse cargo, desde la prevención al control, de toda esta frecuente patología. En efecto, el promedio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) es de 16 psiquiatras por cada 100.000 habitantes, mientras que el de Chile es de cinco. Es decir, tres veces menor. Para peor, los profesionales que existen se concentran en la zona central del país y en el sector privado, la misma fuente informa que el Minsal aplica sólo el 2,5% de sus recursos a la salud mental.
Para la ciudadanía, las causas se estos trastornos se encuentran en los cambios de la sociedad chilena, que resultan ser agresivos para la salud mental, sea cual sea la causa, no puede haber una falta de respuesta, es inquietante que este problema no se encuentre entre las prioridades del sistema sanitario nacional.