Los signos son ominosos y premonitorios, salvo que se opte por ignorarlos y querer creer que en nuestra región no va a pasar, que no se instalará una guerra de pandillas asociadas a las drogas, que no habrá balaceras ni ajustes de cuentas entre bandas rivales. Afortunadamente esa excepcionalidad es inverosímil para la mayor parte de las personas, que crece en grados de alerta, especialmente en algunos sectores de la ciudad.
Solo en los últimos días, dos incidentes son elocuentes al momento de indicar el estado de la situación, la Brigada Antinarcóticos de la PDI que incauta píldoras de éxtasis y 613 gramos de cannabis sativa “creepy”, así como clorhidrato de cocaína. En el peaje Agua Amarilla se decomisa, por primera vez en la Región del Bío Bío, DOB (Brolamfetamina), droga con un efecto alucinógeno de larga duración, que se vende en 25 a 30 mil pesos por cada papel impregnado con esta sustancia sintética.
Se agrega esta información a los preocupantes datos sobre el alto y temprano consumo de alcohol y tabaco en la juventud chilena, con cifras que lideran a sus pares latinoamericanos. Indudablemente se está frente a un problema de juventud en riesgo.
Todos los frentes tienen que ser cubiertos, por un lado la delincuencia vinculada con la droga, con características diferentes en grado de agresividad y violencia dada la alta rentabilidad de esta actividad y la potencial expansión del mercado de consumidores al existir una sociedad que parece haber optado por ser desaprensiva y superficial ante la amenaza de estas prácticas. Por otro el arduo pero indispensable trabajo para lograr un cambio positivo en la actitud de los adolescentes.
Particularmente, este último objetivo parece utópico, sin embargo, una publicación de enero de este año, abre una nueva ventana esperanzadora. La revista Mosaic, titula el informe “Iceland knows how to stop teen substance abuse but the rest of the world isn’t listening” (Islandia sabe cómo acabar con las drogas entre adolescentes, pero el resto del mundo no escucha), Gudberg Jónsson, un psicólogo islandés en la Universidad de Reikiavik contrasta la situación de hace 20 años, con los adolescentes islandeses como los más bebedores de Europa, a la situación actual con Islandia que ocupa el primer puesto de la clasificación europea en cuanto a adolescentes con un estilo de vida saludable.
El porcentaje de jóvenes islandeses de entre 15 y 16 años que relataban haberse embriagado el mes anterior se desplomó del 42% en 1998 al 5% en 2016. El porcentaje de los que habían consumido cannabis alguna vez ha pasado del 17 al 7%, y el de fumadores diarios de cigarrillos ha caído del 23% a tan solo el 3%.
No hubo magia, cambiaron las leyes, se buscó alianza con la sociedad, se limitó las libertades de los jóvenes, se les prohibió a aquellos de entre 13 y 16 años que saliesen más tarde de las 10 en invierno y de medianoche en verano. La norma sigue vigente en la actualidad.
El estudio es accesible para toda la dimensión del proyecto, la dificultad mayor consiste en ser políticamente incorrecto si se quiere hacer algo efectivo, sin vacilaciones ante un evidente bien mayor, un cambio más en quienes deben ejercer la autoridad que en los propios jóvenes que estimulados por un ambiente de vida sana, como efectivamente ocurrió en este caso, hagan una elección evidentemente más lógica y enriquecedora para sus vidas.