Editorial

La obligación de cuidar el océano

Por: Editorial Diario Concepción 06 de Octubre 2017
Fotografía: Pixabay

Los Proyectos Asociativos Regionales (PAR) Explora Bío Bío es un programa bajo el alero de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt) que tiene como propósito de fomentar el razonamiento crítico, reflexivo y la comprensión del entorno, para de esta manera contribuir al desarrollo integral de las personas inspirándose en la curiosidad y el pensamiento científico.

Esta vez, muy en consecuencia con una dinámica de protección del ambiente, especialmente de los océanos, ante la evidencia del alto riesgo de conductas inapropiadas del hombre para con ese sector de la biósfera, se realizó una actividad de encuentro que tuvo como participantes a escolares, docentes y la comunidad.

Bajo el denominador de la Fiesta de la Ciencia, el Par Explora Bío Bío, en la plaza de Tribunales de Concepción y  en el marco de la vigésimo tercera versión de la Semana de la Ciencia Tecnología,  una serie de investigadores y cientos de estudiantes, de quinto a tercer año medio, presentaron a la comunidad el resultado de sus estudios relacionados con el cuidado y protección de los océanos y cuidado que la sociedad debe tener en ellos.

Resulta particularmente significativo que este tipo de actividades se realice en los ambientes más amplios y accesibles, que tenga una extensa cobertura con las comunidades. Si bien es cierto,  el lugar escogido es lo suficientemente visible, puede pasar inadvertido por el grueso de la población, por lo tanto, ha de buscarse los medios para que este tipo de iniciativas se internalicen en la conciencia colectiva.

Lo anterior puede ser el prólogo de un intenso debate en el futuro próximo, si se hace efectivo el anuncio de la Presidenta Bachelet ante la  Asamblea General de Naciones Unidas y se convierte en ley la prohibición del uso de bolsas plásticas en los comercios de las 102 comunas costeras de todo el país.

Como era de esperar, ha habido reacciones de quienes se sienten afectados, más en el sentido de rechazar las medidas para no alterar su forma tradicional de producción, que de trabajar en las obligatorias modificaciones para entregar productos menos agresivos para la vida del planeta.

Las cifras y la evidencia son imposibles de ignorar, en Chile cada persona consume 50 kilos de plásticos al año, por sobre la media de 39 kilos de Latinoamérica, resultantes en 10 mil a 25 mil toneladas anuales de desecho plástico cuyo mal manejo y descarte hacen que gran parte termine en vertederos y en el medio ambiente,  especialmente en el mar.

Anualmente, en todo el mundo llega al océano, desde diversas fuentes, 8 millones de toneladas de plástico, dañando a la fauna marina, atrapada por los residuos, o formando parte lesiva de su alimentación al ser ingeridos por aves, peces y mamíferos, rompiendo la cadena trófica. Los ambientalistas estiman que de seguir a este ritmo, en 2050 los mares van a tener tantas toneladas de plástico como de peces.

Despertar la conciencia de las comunidades, sobre la necesidad de reciclar y disminuir los volúmenes de basura, es una de las tareas, crear productos biodegradables que reemplacen el uso de materiales plásticos, o favorecer  la reutilización de envases es otra, ambas son abordables y  ambas indispensables, la tendencia natural es buscar maneras de seguir igual, pero esta vez, sencillamente no se puede, han empezado los más jóvenes, estamos todos obligados.

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