El Décimo Primer Estudio Nacional de Drogas en Población Escolar de Chile, 2015 en niños de 8º Básico a 4º Medio realizado por el Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda), resulta en un informe que describe el uso de drogas ilícitas de consumo frecuente: marihuana, pasta base y cocaína.
Las cifras de consumo de marihuana son las más altas registradas hasta ahora. El 43,7% de los alumnos reconoce haberla fumado al menos una vez en la vida, aumentando del 37,2% del año anterior, mientras que en nuestra región, entre 2011 y 2015, la prevalencia del uso subió de 11.2 a 28.2. De igual forma, la edad de inicio bajó de los 14,7 a 14,5 años.
La proporción que declara haber visto personalmente a un alumno vendiendo o pasando drogas en los alrededores del colegio aumentó de 58,7% a 61,7% entre 2013 y 2015, con variaciones significativas al alza en establecimientos particulares subvencionados y particulares pagados.
La evolución de estas percepciones sobre la marihuana muestra un aumento sistemático, una de estas percepciones tiene relación con la creencia de que “probar marihuana no hace daño”, la cual se eleva de 33,0% hasta 57,7% a lo largo de la serie de estudios. En relación con la idea de que la mayoría de los jóvenes usa marihuana, se observó un aumento de 40,7% a 66,1% en los últimos 12 años, mientras que la idea de que “la marihuana tiene un bajo poder adictivo”, igual aumenta significativamente llegando a un 53,8% en 2015. Estas tres actitudes se encuentran en los máximos históricos observados.
La evolución de la actitud parental, estimada según la proporción de padres que estarían extraordinariamente molestos si supieran que sus hijos consumen marihuana, muestra una baja de 76% en 2001 a 69% el 2015, es decir, los escolares perciben menos que antes que exista un fuerte reproche paterno, como resultado de la idea imperante de inocuidad de esta práctica.
Ninguna de estas cifras parece impresionar a las más altas autoridades del país, aparecen como comentario en algunos medios, se expresa en salud, con muy imitada cobertura y casi nulo impacto. Que casi la mitad de los escolares haya tenido contacto con la marihuana parece un dato irrelevante, como si se tratara de un problema que no tiene importancia, una de tantas travesuras de estudiantes o prácticas sociales convencionales, sin otro significado.
Si las autoridades aludidas no tiene voz al respecto, si no está en ninguno de los mensajes presidenciales, o en programas de alta convocatoria, deja, por omisión, un mensaje clarísimo a los jóvenes consumidores; está bien y no importa, los demás es ruido inconducente e inútil. No es algo que deba inquietar, ni a los profesores, ni a los directivos de los colegios, y menos a los actores más alejados del ámbito escolar.
La información científica es menospreciada, la opinión de activistas de la liberación de la droga puede más que la evidencia conseguida con cuidadosos ensayos experimentales, las advertencias sobre consecuencias negativas para el desarrollo neurológico, psíquico e intelectual de los jóvenes son desoídas y descritas como aburridas e irreales. Hay desaplicación de las autoridades a cargo, se está llegando a la juventud tarde y mal en este delicado asunto.