El mes recién pasado, la Pontificia Universidad Católica del Perú, hace un detallado análisis de un artículo publicado por Elena Denisova-Schmidt, conferenciante de la Universidad de St.Gallen Suiza e investigadora del Centro para Estudios Internacionales de Educación Superior de Boston EE.UU., en el cual denuncia la corrupción académica en Rusia, en la introducción la describe como ampliamente extendida; no como un fenómeno aislado, sino más bien, fuertemente integrada en la corrupción general en la sociedad: en la política, en los negocios y en la vida cotidiana.
La razón de la universidad peruana para referirse a esta publicación, son los indicios preocupantes en algunas instancias educativas en ese país, ya que en ese documento la investigadora rusa ilustra algunos tipos comunes de engaño y corrupción, así como los motivos de los actores implicados para aplicar, aceptar, ignorar, o fingir ignorar, estas actividades, centrándose en la perspectiva de los estudiantes, circunstancias que de algún modo pudieran reflejarse en un fenómeno de contaminación de malas prácticas en el ámbito de la educación superior.
La corrupción de los valores de la academia rusa, según la autora, tiene como posibles causas el mayor valor del título universitario para conseguir un mejor empleo. Para los profesores una manera de recuperar la inversión en sus estudios o de complementar sus bajos salarios y para los estudiantes una forma de superar las dificultades académicas. Alude particularmentre el caso de Ucrania, con 47.8% de alumnos con experiencia en sobornar profesores; 94.5% engañan durante las pruebas; 92.8% copian de internet sin citar fuentes; 64.2% envían como suyas monografías bajadas de internet; 40.4% han comprado monografías a escritores fantasmas; y 37.5% han pedido a los profesores un tratamiento especial.
En esas circunstancias, los gobiernos han implementados exámenes nacionales y la participación de agencias externas de evaluación, con lo cual se ha logrado disminuir la corrupción en el acceso, pero sin lograr erradicar la venta de pruebas, la sustitución de postulantes, la introducción de mecanismos electrónicos para plagiar los resultados o la sustitución de las pruebas antes de que sean evaluadas, entre otras prácticas ilícitas.
Esta autora compara estas situaciones con las acciones del gobierno en China, donde las purgas por corrupción son drásticas, luego de algunos escándalos, castigados con la devolución del dinero invertido y el escarnio público, el Ministerio de Ciencia y Tecnología chino estima que el 40% de las publicaciones locales pueden contener fraude y han decidido aplicar penas que incluyen prisión o pena capital.
La universidad peruana aludida observa una tendencia preocupante por las recurrentes denuncias por suplantación o plagio en las pruebas de ingreso administradas por las mismas universidades, los numerosos casos de instituciones que ofrecen facilidades extraordinarias para obtener un grado profesional, los escandalosos casos de plagio de tesis, libros, monografías, aunque los casos de soborno a profesores aparecen con menor frecuencia.
La corrupción es una amenaza persistente, después de conocer lo sucedido con los plagios en el Parlamento del país, parece ser necesario revisar los procesos en la academia, blindar su reconocido recto proceder antes que estas malas prácticas se filtren por los resquicios.