El filósofo español Ortega y Gasset, en su libro “La revolución de las masas”, anticipa con bastante proximidad fenómenos sociales actuales, como su declaración del perpetuo conflicto entre paralíticos y epilépticos. Los conservadores extremos, que desearían que todo se quedara como está y los innovadores frenéticos, que sin otra razón que cambiar por cambiar no dejan nada en su sitio, sin ir a extremos, hay defectos en los que no se mueven cuando es necesario y aquellos que, impacientes, no respetan los plazos debidos.
Las reformas, algunas todavía en proceso, se han dado por hechas con solo enunciarlas y hacerlas marchar sin detenerse en asuntos relevantes, que provocan preocupación por cambios que nadie parece entender a completa cabalidad, basta con poner los temas sobre la mesa para que se desaten polémicas que no encuentran un punto de acuerdo, aun así, son parte de un programa de gobierno que confía sea reconocido por la historia de Chile como un legado, en parte incomprendido.
Es muy posible que así sea, que los cambios sean fundamentales y urgentes, que inevitablemente la sociedad chilena tiene que enfrentar, pero también es cierto que por su complejidad merecieron mayor estudio antes de generar daños colaterales por descuido, desconocimiento o desprolijidad, generando innecesarias resistencias y retrocesos. Prontamente, nos enfrentaremos con otro desafío de esa naturaleza, esta vez relacionado con los niños y jóvenes de la educación básica y media.
Tras su aprobación por en la Comisión de Hacienda del Senado, podría pasar a su último trámite legislativo el proyecto de ley de nueva educación pública, también conocido como desmunicipalización, si supera esa fase esta iniciativa debería entrar en régimen en octubre de este año, para que en marzo de 2018, 237 establecimientos de los más de cinco mil colegios municipales que existen en Chile sean parte de la nueva estructura administrativa que estará en manos del Estado: los Servicios Locales de Educación.
Como se puede leer en el proyecto, es una iniciativa de enorme potencial, pero- ese pero que fastidia a los legisladores apresurados- es justamente la prisa, el apuro que suele dar resultados inconvenientes, que deja sin atender detalles fundamentales sin los cuales los mecanismos no funcionan o lo hacen con torpeza, una lección que se ha decidido dejar de lado a pesar de la repetida evidencia.
Todo el proceso educativo será llevado, en este proyecto, por los Servicios aludidos, formados por todos los alcaldes de las comunas agrupadas en el servicio local, representantes de los centros de estudiantes de los establecimientos, elegidos por los miembros de los consejos escolares, representantes de los centros de padres y apoderados de los establecimientos y de los profesionales de la Educación de los establecimientos. Sin más, y empezando por la Región de Arica y Parinacota los plazos que se impone a cada región para que entren en funcionamiento sus Servicios Locales, van de enero del año próximo hasta el año 2022.
Por la experiencia de cada ciudadano de este país en cuanto a las dificultades de armar un equipo coherente, eficiente, con responsabilidades de la envergadura de este proyecto, parece necesario hacer un ensayo antes de desmantelar los colegios municipales, con el agravante que puede que no sean los mismos los de la idea y los que se quedan con la tarea por hacer.