Editorial

Libre accionar de piratas en el mar regional

Por: Editorial Diario Concepción 24 de Agosto 2017
Fotografía: Diario Concepción

Toda vez que se menciona la preocupación por la seguridad ciudadana se muestra estadísticas de la autoridad que corresponde, que describen, mediante cifras oficiales, que la criminalidad baja, aunque igualmente se menciona, como factor agregado de naturaleza coyuntural que hay menos delitos, pero más violentos. Por otra parte marcha la percepción de seguridad por parte del ciudadano común, más en línea con advertencias internacionales a sus viajeros a Chile advirtiendo de este tipo de conductas y sugiriendo medidas precautorias.

Lo que no puede suceder es que las cifras de las estadísticas permitan que las autoridades sigan ignorando que muchos delitos han dejado de consignarse por la instalación de un nuevo paradigma; el delincuente tiene todas las de ganar y quien se moleste en denunciarlos, mucho tiempo que perder, sin mencionar los riesgos de posibles agresiones de los mismos delincuentes. o de sus familiares, a quien ha tenido la osadía de acusarles.

Esa situación, de no tener confianza en la efectividad de la justicia, que más vale la pena la resignación o tomar medidas individuales para defenderse, puede explicar que se sigan cometiendo delitos de mucho impacto social cuando eventualmente llegan al conocimiento público. Ocurre de ese modo cuando se observa a piratas robando a barcos pesqueros, cuando se supone que esa actividad debería ser imposible ante el desarrollo de medios de toda naturaleza para impedirla.

Los asaltos son cometidos por individuos organizados, tripulando lanchas con matrículas borradas, el modo de actuar es decidido y violento. Según los afectados, son bandas de más de 20 individuos que suben a las naves equipados con cuchillos y en algunas ocasiones, con armas de fuego. se adosan a los pequeros, amenazan a la tripulación y roban toneladas de productos de las bodegas. Las imágenes son alarmantes, por el grado de profesionalismo demostrado por los delincuentes y el riesgo que corren, por una parte los mismos hechores en maniobras peligrosas y por los asaltados, que serían atacados sin vacilación si se resistieran.

Es perfectamente comprensible que los tripulantes de las naves industriales estén atemorizados, que se sientan desprotegidos, como se describe al inicio, también en esta ocasión los tripulantes tienen temor de hablar en público y de hacer las denuncias, porque ven amenazada su integridad física.

Estas circunstancias solo serían explicables si estos hechos fueran de reciente aparición, que los pesqueros hayan sido sorprendidos por una nueva manera de robar, pero no es así, es una antigua práctica que recrudece y la noticia no viene de las fuentes policiales, sino de las víctimas, que reclaman por protección de la autoridad marítima y mayor fiscalización, sobre todo cuando navegan rumbo a Lota y Coronel.

Un aspecto particularmente preocupante y que necesita de una rápida y convincente explicación, de ser efectiva, es que a pesca robada, según los tripulantes de las naves asaltadas, se desembarca y es cargada en camiones a pocos metros de la Capitanía de Puerto y funcionarios de Sernapesca y finalmente comercializada sin ninguna trazabilidad de origen.

A la ciudadanía le asiste la certeza que las autoridades marítimas tienen los recursos humanos y materiales para cumplir las funciones que la ley les asigna, al mismo tiempo espera que las noticias siguientes describan como estos hechos delictivos van a ser erradicados.

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