Los últimos resultados de las encuestas nacionales de salud, no han dado motivos para apagar las luces de alerta frente a la presencia en la población chilena de factores medioambientales y de estilos de vida que se consideran de riesgo para la salud, bien por el contrario y a pesar de campañas masivas para detener el curso de las tendencias, se sigue observando la insuficiente práctica de actividad física, los malos hábitos de alimentación, el consumo problemático de alcohol, tabaco y drogas, entre otros.
Hay un factor que no siempre es atendido a cabalidad, es aquel de existir un precedente observable, ya que estas conductas, son iniciadas generalmente en la adolescencia y están claramente relacionadas con altas prevalencias de enfermedades crónicas en la edad adulta, como la obesidad y el sobrepeso, problemas cardiovasculares, hipertensión arterial, diabetes, cáncer y los trastornos del ánimo, cuya consecuencia más grave puede ser el suicidio.
Las encuestas señalan que estas conductas y los problemas de salud que generan, afectan principalmente al grupo de población de 12 a 24 años e impactan en el perfil epidemiológico de este grupo etario, quienes presentan como primera causa de muerte, las causas externas, como accidentes, suicidios, y violencia interpersonal.
Se definen así, como conductas de riesgo para estas enfermedades, prácticas que se inician en la adolescencia; conducta sexual desprotegida, consumo de drogas, alcohol y tabaco, sedentarismo, alimentación poco saludable, entre otras, que tendrán un importante impacto en la salud y calidad de vida en este grupo etario, con serias consecuencias negativas, como embarazo, aumento notable de enfermedades de transmisión sexual y sida, drogadicción y deserción escolar.
Todas estas conductas, calificadas como altamente riesgosas, han tenido un aumento en las últimas décadas, particularmente en adolescentes que provienen de hogares constituidos por familias vulnerables en relación a distintas dimensiones, como por ejemplo en familias disfuncionales, donde existen violencia intrafamiliar, maltrato, consumo de alcohol y/o sustancias, entre otras.
Como se observa en otros indicadores, el estado socioeconómico es un factor directamente involucrado, los adolescentes de familias de menores ingresos presentan tasas de fertilidad con cifras significativamente más altas, lo que apoya la conjetura que esta situación reproduce las inequidades sociales. Del total de gestantes bajo control en nuestro sistema público de salud, el 35,5% presenta riesgo psicosocial, de éstas, el 21, 3% corresponden a adolescentes de 10-19 años. De las menores de 15 años bajo control, el 85,4% presenta riesgo psicosocial, y de las adolescentes de 15 a 19 años bajo control, el 56,9% se encuentra en esa misma condición, según datos del Minsal.
El subconsciente colectivo asocia a los adolescentes como seres sanos, vitales, llenos de vida, -la dorada juventud, -que sin embargo tiene amenazas severas para su desarrollo, bajo el estereotipo de salud plena y despreocupada se encuentran factores de riesgo y conductas que deben ser observadas cercanamente, por los sistemas de salud y principalmente en el ámbito familiar, todas las circunstancias descritas son observables si se presta a los adolescentes la debida atención, si hay por parte de las familias el debido compromiso; mirar y ver, en vez de optar por dejar de mirar.