Los problemas de distribución de energía eléctrica han golpeado severamente a numerosos habitantes de la capital de la República, cifras notorias por su centralidad en los medios, que no desperdician oportunidad de informar al resto del país lo que sucede en el Chile capitalino, como si se tratara de un invierno inexistente para el resto del territorio. Pero justamente por la concentración de la población en la región metropolitana las cifras son alarmantes, más de 71 mil hogares quedaron sin suministro de electricidad luego de que una nevada afectara la zona centro sur del país.
El problema generado ha permanecido vigente por un plazo de extensión inédita, más aun tratándose de una circunstancia que afecta a Santiago, que obliga a pensar que habría sucedido, en preocupación y plazos, si esa misma situación se hubiera presentado en regiones. En ese sentido lo que ha acontecido es una llamada de atención, aunque tardía, porque en realidad no se ha informado sobre la situación de otras personas en otras partes del territorio, donde las temperaturas permanecen inusualmente bajas.
Hay por lo menos dos líneas de preocupación adicionales levantadas ante este prolongado corte de energía en la capital; por un lado las razones de su ocurrencia y las responsabilidades que habría que establecer y por otro, los costos de ese servicio para el ciudadano corriente de este país, en términos más claros, el monto mensual en cada hogar; la cuenta de la luz.
En el primer ámbito se precisa de una investigación, es de esperar que concluyente, para saber si las empresas tomaron las debidas acciones para evitar los cortes y si se actuó como corresponde para la reposición del servicio. Entre las sanciones a las que se exponen las empresas se encuentran multas que van entre las 500 y las 10.000 UTA, en 2015, luego del último evento de características similares, en julio de ese año, se multó a las empresas Enel, CGE y otras de regiones, por un monto total de US$ 7 millones, es decir más de $ 4.690 millones, debido a los masivos y extensos cortes de energía, que en algunas comunas se extendieron por hasta 72 horas.
Dirigentes gremiales han señalado que las compañías han bajado excesivamente los costos de operación, y achacan a esa circunstancia la imposibilidad de reaccionar masivamente y con presteza, como hacía falta, por su parte el director ejecutivo de Empresas Eléctricas afirmó que la demora en la reposición del servicio se debe al “número y cantidad de cortes fue tan grandes, que todas las cuadrillas de las compañías no dan abasto para poder llegar a todos al mismo tiempo”
En otro aspecto, un análisis del Centro de Estudio de la Regulación Económica de los Servicios Públicos de la Universidad de Belgrano del año 2016, al comparar los valores a partir de las tarifas de la empresa Chilectra (actual Enel), concluye que los precios de la energía eléctrica en las residencias chilenas son superadas sólo por Perú, mientras que Venezuela es el país con las tarifas más bajas, añadiendo a la información existente en 2014, cuando el Índice global de rendimiento de la arquitectura energética del Foro Económico Mundial (WEF), posicionó a Chile como uno de los 13 países con las tarifas eléctricas más caras del mundo.
No es en absoluto de extrañar que la ciudadanía tenga la percepción que hay muchas cosas que revisar en este fundamental asunto.