Es evidente que la población de adultos mayores no tiene el perfil que tuvo hace un par de décadas, un cada vez más numeroso contingente de personas de la tercera y cuarta edad se encuentra en condiciones intelectuales y físicas adecuadas para seguir en plena actividad, que aunque disminuidas en ocasiones suele compensarse con una mayor experiencia.
Hace menos de veinte años, las y los mayores de 60 años en Chile sólo constituían el 10,1 por ciento de la población, en la actualidad ese porcentaje supera el 17,6%, lo que da cuenta de un sostenido aumento de los adultos mayores en el país, es ese uno de los resultados preliminares de la última Encuesta Casen, de tal modo que hay 86 personas mayores por cada 100 personas menores de 15 años, notable cambio relativo al índice anterior de 35,4 personas mayores por cada 100 menores de 15 años.
Esta situación también se refleja en la composición de los hogares, ya que en 2015 un 40,1% de los hogares a nivel nacional registra la presencia de al menos un adulto mayor, hay en esta situación una circunstancia que debe llamar la atención, de este total, un 34,2% de hogares tienen como jefe o jefa a las personas mayores.
Si bien es cierto que los adultos mayores, en una proporción mayoritaria de sobre el 85%, se califica como autovalente, la tasa de participación laboral en esa población es de solo 29,7%, cifra que no registra cambios significativos respecto a 2013, cuando llegó a 28,5%, lo que indica que existe en este colectivo un potencial importante de personas que pudieran agregarse al mundo laboral.
En la información provista por la encuesta aludida se observa que el 30% de las personas de 60 y más años, continúa trabajando, el 46% con jornada completa, una situación que tiene dos explicaciones para los consultados; la necesidad y las ganas de trabajar, lo cual es corroborado por la Encuesta de Calidad de Vida en la Vejez, de la Universidad Católica, que da cuenta que alrededor de 75% de los seniors afirma que “le agrada mucho el trabajo actual” y un 68% agrega que continuaría trabajando aunque no tuviera la necesidad económica de hacerlo.
Diferentes expertos tienen propuestas para crear oportunidades laborales a los seniors, reconociendo que tales oportunidades se encuentran muy acotadas en el actual mercado, en ese escenario, se mencionan posibilidades concretas, como el reimpulso del proyecto de ley sobre contrato especial a distancia. Efectivamente, el teletrabajo es una fórmula con mucho potencial para estimular la participación de grupos, como los adultos mayores, que por diversas causas tienen dificultades de desplazamiento.
Se sugiere otras opciones, como la implementación por parte de las empresas programas de apoyo intergeneracional, en los cuales los trabajadores mayores apoyen a los más jóvenes, ampliar los topes de edad para los programas de capacitación Sence, poniendo énfasis en la necesidad de estrechar las brechas tecnológicas, la mayor distancia intergeneracional existente, premiar a las empresas que empleen adultos mayores o incluir en la bolsa de empleo nacional una sección para este grupo etario.
Sin embargo, la tarea más importante es la eliminación de los prejuicios y la discriminación por edad, por una sociedad que no ha logrado aún adaptarse a la idea que ha envejecido, que las personas mayores son y van a ser una porción cada vez más relevante de la población.