Para transeúntes habituales, no importa como transiten, es evidente que las veredas y las vías de circulación de vehículos están saturadas, basta con el más mínimo inconveniente, que reste un poco de espacio o impida la circulación por breves instantes, para que en cosa de minutos se generen situaciones de colapso, atochamientos y con igual rapidez airadas muestras de intolerancia y prepotencia, por conductores que se ven reducidos a la impotencia.
En ese contexto, la accidentabilidad acumula factores de aumento de riesgo, por maniobras bruscas o prohibidas y conductores fuera de sí, este último el factor más poderoso; el comportamiento de las personas que comparten calles y carreteras, cuya conducta suele estar detrás de accidentes, sobre todo en épocas especiales que aumentan la densidad del transito
La cifra de muertos por esta causa es un parámetro internacional que permite diagnosticar la situación en los países que decidan agregarse a estos registros, las cifras resultan comparativas y referenciales y en tal sentido sirven para señalar la necesidad de desarrollar políticas de protección, muchas de las medidas de esta naturaleza que están vigentes en Chile han significado una disminución relativa de resultados fatales, Sin embargo, estas estadísticas serán sometidas a revisión.
Hasta el presente, al menos en nuestro país, la estadística solo incluye decesos ocurridos en las 24 horas inmediatamente posteriores al siniestro, los países desarrollados, con una visión más realista agregan a las cifras los resultados registrados un mes después del accidente.
Si se utiliza, como está en el escenario próximo, esta nueva forma de registro, el próximo año, el número de personas fallecidas en accidentes de tránsito en Chile aumentará 30% y se romperá la barrera de las dos mil víctimas fatales, no por aumento el consumo de alcohol o de la conducción descuidada, sino por la adopción de esta nueva metodología estadística recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y utilizada por los países de la OCDE.
Un cálculo estimativo, al revisar las 1.675 muertes contabilizadas en 2016 y lo sucedido hasta un mes después con los sobrevivientes, concluyó que la nueva cifra oficial anual bordearía los 2.100 decesos. La Comisión Nacional de Seguridad del Tránsito (Conaset), aunque el criterio de conteo a 30 días no es mayoritario, ha aceptado poner una meta de esa naturaleza para tener datos más certeros y hacer planificaciones mucho más directas en lo relacionado con políticas públicas.
Son las políticas públicas, según un balance realizado por Carabineros durante el primer semestre de este año, las que resultaron en una disminución de casos fatales en ese período, 789 personas fallecidas en comparación con las 843 que se registraron en el mismo período de 2016, lo que representa una caída de 6,4% (54 casos menos) respecto de los casos.
Si bien es cierto que el desarrollo de la Ley de Tránsito, la Ley Emilia y otras medidas han marcado un cambio significativo y notorio, la exigencia de las nuevas normas registro, el aumento de vehículos en circulación y la consecuente mayor demanda de espacio, es una realidad que pondrá a prueba al país en su capacidad para mantener estándares adecuados de seguridad en el tránsito, una fórmula en la que el comportamiento de los conductores parece ser la variable más compleja de controlar.