La sociedad de consumo es un concepto cuyas connotaciones negativas han terminado por esfumarse ante los signos equívocos de una felicidad representada por la adquisición de bienes de todo orden, desde símbolos de estatus a modalidades de comportamiento. Al metamorfosear la realidad, esta adquiere la característica de verdad natural y permanente, así, el consumo está para quedarse como motor de la sociedad, sin otras precauciones.
Ese mensaje actúa como una señal de adaptación a esta nueva forma de entender esta realidad así transformada, tener es el verbo cuya conjugación decide el sitio que ocupa la persona, a la cual no le sirve utilizar el verbo ser; ser es insuficiente, sin tener , se invisibiliza.
Ante esta situación, el costo de las cosas y la limitación de recursos, se recurre al crédito o solicitud de préstamos y adelantos, aún con costos añadidos, que si se utilizan cautamente, pueden ser resueltos responsablemente, considerando además que no siempre las adquisiciones pueden ser postergadas, modalidad de compra o pago que puede funcionar si hay un soporte para hacerles frente con el devenir del tiempo y el cumplimento de los plazos.
La realidad que enfrentan los jóvenes en Chile sometidos a similar presión, es muy diferente, ante la necesidad, legítima o inducida, termina por endeudarse. Según datos entregados por el Instituto Nacional de la Juventud (Injuv), tres de cada cuatro jóvenes no conocen lo que es un producto financiero. Una cifra preocupante teniendo en cuenta la gran tasa de endeudamiento en las personas entre 18 y 29 años, que llega a un promedio de $400.000, del total de ellos, el 43% cree que no va a salir de la deuda en los próximos 12 meses.
En los jóvenes, las principales causas de endeudamiento son créditos universitarios, uso de tarjetas de crédito y créditos de consumo, con el agravante, señalado en el último estudio de la Universidad San Sebastián y Equifax que se refiere a personas morosas, indicando que de los deudores entre 18 y 24 años, el 7 por ciento se encuentra con pagos atrasados, en tanto, en el segmento entre 25 y 29 años, la tasa se empina sobre el 15 por ciento, con tendencia al alza en ambas cifras.
Ante la existencia de un mundo de contratos comerciales posibles, los expertos afirman que el uso eficiente y razonable de los recursos financieros es sin duda una de las herramientas más valiosas para desenvolverse a diario, pero se requiere conocimiento en esta forma de gestión para no poner en riesgo la estabilidad familiar o personal.
Este factor último está claramente en déficit, en la prueba Pisa de Educación Financiera los estudiantes chilenos obtuvieron malos resultados, logrando 432 puntos, por debajo de los 486 que promedian los países Ocde, países como Rusia, Lituania, Polonia y Eslovaquia, que tienen un Producto Interno Bruto (PIB) similar a Chile, obtienen en promedio 473 puntos. El examen arrojó que el 38% de los estudiantes chilenos se encuentra en el nivel de desempeño 1 o bajo 1; el 26,5 % en el nivel 2; el 22 % en el nivel 3; el 10,5% en el nivel 4; y el 3% en el nivel 5, el más alto.
No basta con señalar qué tipo de aprendizaje debe mejorar, más vale indicar dónde están los modelos adecuados y es muy posible que un hogar austero y mesurado sea mejor que una asignatura especial, alejada de la cotidianeidad, el analfabetismo financiero puede ser extremadamente riesgoso.