Editorial

Las verdades ocultas del suicidio juvenil

La realidad que se prefiere ignorar es que la tasa de suicidios en jóvenes chilenos va en aumento cada año, posicionándose en el segundo lugar de los países de la Ocde, sólo después de Corea del Sur, donde más han aumentado este tipo de decesos.

Por: Diario Concepción 10 de Mayo 2017

Hay situaciones trágicas en la sociedad, con cargas afectivas de tal profundidad que por lo mismo y a pesar de su impacto y relevancia se prefiere ocultar, llevar la información al círculo más restringido posible; el suicidio juvenil, por ejemplo, y la magnitud de este doloroso fenómeno en nuestro país.

Las conductas suicidas son un problema de Salud Pública en Chile y en el mundo, dentro de ellas se incluyen tanto el intento de suicidio, cuando es posible registrarlo como tal y el suicidio. Existe mucha información científica sobre esta conducta, en términos generales o clínicos, por tratarse en estas instancias de una mirada impersonal y abstracta.

La conducta suicida, cuando se detecta, es una urgencia psiquiátrica, entendiendo como tal situaciones en la que los síntomas del trastorno de conducta son percibidos como perturbadores o amenazantes, a veces por el propio individuo y otras por la familia u otros miembros de la sociedad, dinamizando una solicitud de consulta especializada.

Mucho más difícil es conocer, en cifras reales, la prevalencia del intento de suicidio. En general se acepta que los intentos son 10 a 50 veces más numerosos que los suicidios. Una reciente revisión sistemática internacional concluye que alrededor de un 30% de adolescentes ha tenido ideas suicidas en algún momento de su vida y entre 6 y 9% han atentado contra sí mismos alguna vez en la vida o en los últimos 12 meses.

Hay un predominio de suicidios e intentos de suicidios en sexo femenino, con un incremento a temprana edad, entre los 16 y 18 años, con escasa evidencia sobre la importancia o efecto de la condición socioeconómica. Sin embargo, el dato más relevante señala que sí hay una diferencia en el núcleo familiar, hay más adolescentes que intentan quitarse la vida que provienen de familias disfuncionales. 

La realidad que se prefiere ignorar es que la tasa de suicidios en jóvenes chilenos va en aumento cada año, posicionándose en el segundo lugar de los países de la Ocde, sólo después de Corea del Sur, donde más han aumentado este tipo de decesos. Expertos en esa organización la atribuyen a la existencia de una sociedad competitiva y estereotipada, en un país donde existen medios insuficientes para detectar a tiempo estos problemas o familias sin la interacción suficiente como para apreciar situaciones de riesgo en sus hijos adolescentes. 

No hay indicios de tratarse de una situación casual o sorprendente, en realidad, la adolescencia chilena ha venido mostrando una constante tendencia al alza en los últimos años. Según datos del Ministerio de Salud, las muertes autoprovocadas podrían alcanzar los 12 casos por cada 100 mil habitantes en 2020, en la población de 10 a 19 años. 

Para los adultos responsables hay señales visibles, la mayoría de los niños y adolescentes con conducta suicida presenta algún tipo de psicopatología, asociados a trastornos del ánimo, principalmente la depresión, abuso de sustancias y conductas antisociales. La evidencia es clara en cuanto a que las adversidades familiares contribuyen a incrementar el riesgo suicida, tales como ausencia de calidez en la familia, falta de comunicación con los padres y discordia familiar.

Hay iniciativas a nivel sanitario y de las organizaciones estatales para tratar de prevenir e interceptar estas acciones, pero en la base, cada familia tiene una inevitable responsabilidad.

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