La inevitable opción de elegir

Se aproximan a paso veloz procesos eleccionarios que esta vez están caracterizados por una frecuente presentación de cambios de escenario, con tantas novedades, que son seguidas, como Dios manda, por acalorados debates y empleo masivo de materia gris por expertos-expertos y expertos-improvisados, a tal grado que los candidatos, sobre todo los más nuevos e innovativos, corren el serio peligro de adquirir características farandulezcas.

Nadie está cierto de cómo será, finalmente, la pole position, cómo y quiénes llegarán a l punto de partida, ese momento feliz cuando, por fin, el ciudadano asediado por propuestas a cual más salvadora de la patria, pueda saber de quienes se trata y tener un momento para reflexionar, si para empezar vale la pena comprometerse y hacer una corta raya vertical.

Muchos ciudadanos en la actualidad, ante la desilusión o el desengaño, sentimientos frecuentemente acompañados por sus pariente cercanos; la desconfianza y la indiferencia pueden decidir el no elegir, o su forma más irónica; elegir cualquier cosa diferente a lo que ha existido, sin pensar en las consecuencias, bajo el engañador rótulo de total- da- exactamente- lo mismo, cuando en realidad y como nunca es necesario hacer las cosas en serio.

Quienes decidan actuar de esa manera, renunciar a optar, en efecto lo que harán es optar por no optar, en "La rebelión de las masas", Ortega y Gasset reflexiona sobre esta condición de la vida, aquella de estar fatalmente forzados a ejercitar la libertad, a decidir lo que se desea ser en este valle de lágrimas, una actividad que no puede abandonarse, "inclusive cuando desesperados nos abandonamos a lo que quiera venir, hemos decidido no decidir". Nadie está libre.

PROCOPIO