Editorial

La indeleble marca de los copiones

Nos guste o no, cuando Argentina era un país famoso, poderoso e internacional, nosotros acá, en nuestro lado de la cordillera, opacos y relativamente pobres, con gente sin zapatos, éramos los chilenitos para los engreídos vecinos transcordilleranos.

Por: Diario Concepción 02 de Mayo 2017

Nos guste o no, cuando Argentina era un país famoso, poderoso e internacional, nosotros acá, en nuestro lado de la cordillera, opacos y relativamente pobres, con gente sin zapatos, éramos los chilenitos para los engreídos vecinos transcordilleranos.

No es de extrañar que tengamos la tendencia a copiarles, mucho más de lo que buenamente quisiéramos, nuestro idioma está fuertemente impregnado de expresiones de por esos lados, la mala calidad del trucho, el ordinario chanta, el insoportable canchero, el envidiado bacán, el punga y su eterno perseguidor, el tira, la fase preparatoria de "la previa", incluso expresiones tildadas de cultas, como "no es menor" 

Es una consecuencia de lo que un sesudo artículo especializado denomina "prestigio encubierto", la clásica situación de la imitación del más fuerte o más prestigioso, por parte del más débil o de menor perfil, si es así, se explica que la permeabilidad del uso del idioma entre nuestros países no sea simétrica, lo que puede observarse al entrevistar a argentinos radicados en Chile que no han perdido sus características fonéticas, ni gramaticales características, a diferencia de un chileno que puede llegar distorsionado después de una semana en Mendoza.

Existe el rumor que por su parte ellos nos han copiado la luca, como valor monetario casi parecido al dólar local, sobre todo en la actualidad cuando por esas cosas del destino los precios en nuestro país resultan baratísimos para los miles de frenéticos compradores vecinos.

En la medida que nos mejoremos, nos van a empezar a copiar a nosotros, tenemos un amplio repertorio, aunque muchos de los términos más sonoros, no nos van a cubrir de prestigio.

PROCOPIO

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