Editorial

Transportándonos peligrosamente

Por: Diario Concepción 29 de Abril 2017

Tal parece que los padecimientos para tomar taxibuses, o jugarse la vida en un colectivo, fueran menores e incluso tolerables si son agrupados bajo el tranquilizador título de insuficiente calidad de la movilidad urbana, especialmente si el problema es descrito en el monótono estilo de la burocracia estatal, expertos en permanecer impávidos ante el griterío de multitudes a las cuales atribuyen limitada comprensión de la cosa pública.

Gente que no logra entender que se trata solamente de problemas, a veces severos, de congestión vehicular, mencionando de paso, con el siempre útil argumento de mal de muchos, consuelo de los que quedan, que se trata de un problema que aflige a prácticamente todas las ciudades de Chile.

La realidad pura y dura es que sin transporte adecuado se afecta seriamente la accesibilidad de las personas a las oportunidades que ofrece la ciudad y su calidad de vida, sin mencionar algo tan superfluo como la llegar a sus lugares de trabajo, siempre y a tiempo y que estas dificultades son particularmente acentuadas para los compatriotas de menores ingresos.

Como si fuera poco, muchos conductores de estos vehículos, exhiben conductas preocupantes, entre ellas un desprecio olímpico por la integridad física o la vida de sus espantados y temerosos usuarios, que rara vez, por obvios motivos, se atreven a recriminarlos. La experiencia suele ser inquietante, maniobras suicidas y virajes violentos, excesiva velocidad, la mayoría del tiempo, señalética ignorada, la ley del todo vale.

Lo que no debiera valer es la ausencia de fiscalización y de penas dolorosas y efectivas. Alguien no está mirando en la dirección correcta, mientras la gente va por allí con el alma en un hilo.

PROCOPIO
 

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