La familia es una estructura fundamental en la sociedad, dicho esto, a esperar mensajes agresivos de las redes sociales, discrepando con esta declaración presuntamente obsoleta y retrógrada. Sin embargo, a pesar de su muerte anunciada, hay fuertes evidencias para suponer que la familia tiene para rato.
Ha sido capaz de seguir como tal incluso después de haber tenido ejemplares notables de disfuncionalidad a extremos patológicos, a grado tal que sería milagroso esperar que esos grupos sobrevivieran y, sin embargo, así lo han hecho, unas pocas más conocidas, por algunos siglos.
La familia real inglesa, por dar un ejemplo, con una larga historia de entuertos. Todos los Jorges odiaron a sus padres, los reyes tuvieron hijos por todas partes además de los legítimos. Hermanos lucharon contra hermanos; Enrique I contra Roberto. Padres contra hijos; Ricardo Corazón de León contra Enrique II. Una esposa, Isabel, ayudó a derrocar a su marido Eduardo II, para instalar al favorito de su corazón, Rogelio de Mortimer.
No es necesario citar a Enrique VIII, que ya ha tenido mucha cobertura mediática por sus dificultades para encontrar una esposa apropiada y por sus dudosos métodos de librarse de las anteriores. Una de sus hijitas, fue reina; Isabel I , conocida como La Reina Virgen, mal les valiera, quien tuvo siempre bien claro que casarse significaba la coalición en su contra de todos los pretendientes despreciados. Cuando el escritor John Stubbs sugirió que la reina debía contraer matrimonio, la reina mandó que le cortaran las manos. A los pretendientes, incluso a unos pocos exitosos, se limitó a cortarles la cabeza.
Si esas familias continuaron, las nuestras no tienen visos de terminarse.
PROCOPIO