Editorial

El maquiavélico uso de Maquiavelo

La política siempre ha sido compleja, pero en el pasado, además de compleja, era peligrosa. El político contemporáneo no suele sufrir consecuencias en proporción a sus errores y por lo general sale de los incordios más alambicados con poco daño y con un escenario posible de rápida recuperación.

Por: Diario Concepción 24 de Abril 2017

La política siempre ha sido compleja, pero en el pasado, además de compleja, era peligrosa. El político contemporáneo no suele sufrir consecuencias en proporción a sus errores y por lo general sale de los incordios más alambicados con poco daño y con un escenario posible de rápida recuperación.

A Maquiavelo no le pasó lo mismo. A este escritor florentino, le tocó vivir en tiempos de príncipes ególatras y poderosos, como Lorenzo de Médicis, apropiadamente conocido como El Magnífico. Fue nombrado secretario de Asuntos Exteriores de Florencia, tuvo que vérselas con César Borgia y su mortífera familia. Cosa nada difícil, cae en desgracia, es acusado de traición, encarcelado y torturado. Al recuperar la libertad, se acogió a retiro escribiendo su obra más célebre, "El príncipe", que sólo sería publicada, prudentemente, después de su muerte.

Ha sido injustamente tratado; "maquiavélico" se suele asociar a retorcido, astuto y en permanente estado de complot traicionero, y sin embargo su famoso "el fin justifica los medios" se refiere sólo si el príncipe quiere hacer lo mejor para su pueblo.

Lo que sí tenía claro era la realidad. Expresaba que si un gobernante solo se rige por la justicia, la prudencia, la clemencia y la lealtad, no durará mucho en el poder, porque a su alrededor siempre habrá injustos, imprudentes, desleales y crueles. Anticipándose al concepto moderno de racional escepticismo y control cercano de la delegación de funciones.

Maquiavelo pagó carísimo el decir las cosas por su nombre, de ahí que tenga pocos imitadores, más bien se le utiliza para disfrazar con antecedentes literarios, el actuar con malas cartas bajo la manga y con intenciones torcidas. A muchos les hace falta volver a leer El Prícipe, no citar lo que cuentan que dice.

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