Sin desconocer la existencia de otras situaciones ligadas a la ocurrencia de accidentes, hay un factor creciente, que suele estar asociado con indiscutible fuerza en el número y gravedad de éstos, se trata del perfil del conductor, aquel que toma el volante y asume esta responsabilidad del todo individual.
No por esperable y predecible debe obviarse el crudo número de fallecidos al concluir un fin de semana largo, no es una cuota de personas que deben ser obligadamente sacrificadas por el hecho de existir unos pocos días feriados, aceptarlo sería de muna imperdonable negligencia, no hay vida inútil, cada uno de los fallecidos deja tras sí una larga relación de tragedias, situaciones críticas, penas irreparables.
En el último balance de accidentes ocurridos en el país durante el fin de semana largo de Semana Santa, Carabineros informó de 16 fallecidos, misma cifra si se compara con la festividad durante el 2016, pero que el número de incidentes bajó a 480, equivalente a un 30% menos. En otro acápite del informe, las autoridades notificaron 559 detenciones a causa de conducción en estado de ebriedad, mientras que las multas por exceso de velocidad subieron a 3.300.
Cuando se presenta este tipo de datos se añade otra información, como la cantidad de vehículos circulando, sobre el atochamiento de las plazas de peaje debido a los millares de vehículos regresando a sus lugares de origen, a las prisas y al cansancio. Con el tiempo, esta suerte de letanía deja de llamar la atención, para los que han escapado indemnes, o los que se han quedo en casa, lo que sucede, sucede siempre y por las mismas causas, no importa el número de operativos realizados por carabineros.
En realidad, no se da el debido reconocimiento al esfuerzo de los agentes del orden público para controlar al máximo las variables involucradas en los accidentes, pero no resulta difícil intuir lo que sucedería si no hicieran cosa alguna, con cada cual actuando en las calles y autopistas como le viniera en gana.
Sin desconocer que el número de vehículos, que a veces satura las superficies de circulación disponible, o el estado de las calles o carreteras, a veces estrechas o en mal estado, pudieran ser causas efectivamente ligada a los accidentes, hay un factor creciente que suele estar asociado con indiscutible fuerza en el número y gravedad de éstos, se trata del perfil del conductor, aquel que toma el volante y asume esta responsabilidad del todo individual.
El Automóvil Club de Chile ha elaborado, según los datos que ha logrado procesar, el Perfil del Conductor Chileno, en gruesos términos, catalogado como imprudente, arrogante y prepotente, en términos de magnitud, uno de cada cuatro chilenos maneja en forma agresiva; el 93% ha tenido algún evento violento en los últimos tres años con otro chofer o con otro usuario del sistema vial, lo cual aleja por rango considerable a nuestros conductores de los estándares propios de las buenas conductas viales.
Por otra parte, según los estándares internacionales, para que una persona tenga verdaderamente control sobre su vehículo, debería haber conducido aproximadamente más de 100.000 kilómetros, si se piensa en la enorme cantidad de nuevos conductores, en una expansión reciente del mercado automotriz, la mayoría son en realidad aprendices y aficionados, con una gran posibilidad de cometer errores y tomar malas decisiones, lo que sumado al perfil ya señalado, conforma un escenario propicio para accidentes.
Es necesario tener conciencia de que conducir es una actividad compleja, con riesgos importantes y consecuencias graves, mientras no se internalice esta realidad, hay que imponer la ley sin descuido alguno.